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¿Cuál es el lazo que une a Marilyn Manson y Stephen King?

Por un lado, tenemos a uno de los músicos más polémicos y extravagantes de la escena musical de la última década y donde no tienes más caminos que amarlo u odiarlo. Por el otro, tenemos a uno de los novelistas del género de terror más reconocidos y prolíferos de nuestra época, pero, ¿qué los une a estos dos fenómenos de la cultura pop?

Y no, va más allá del hecho de que todos en cualquier rincón del mundo conocen su nombre y hacen filas y filas para conocerlos. No.

Es un lazo más oscuro y cuyo impacto resonará en la lastimera memoria de la historia de nuestra sociedad contemporánea cuya pregunta eje es: ¿cuál es impacto del arte en nuestras vidas? ¿Es el artista culpable o influenciador de conductas en quienes lo siguen, tanto positivas como negativas?

Aquí un par de casos para abrir debate:


Marilyn Manson vs la sociedad americana (1999 – 2002)

Corría el año de 1999 y Manson se encontraba en uno de los mejores momentos de su ascendente, pero polémica carrera artística. Elogiado por la crítica, pero señalado por la sociedad de ultraderecha americana, Marilyn Manson era un artista que no podía pasar desapercibido: ya fuera como el “Antichrist Superstar” u “OMEGA”, su enigmático y alienígena álter ego.

Mientras las principales cadenas minoristas prohibían la venta de su música “por su alto contenido violento, sexual y de incitación al desorden público”, la RIAA (Asociación de Industria Discográfica de Estados Unidos) certificaba su trabajo con un disco de platino por vender más de 8,000,000 de copias en todo el mundo de su último álbum.

Mientras tanto, el 20 de abril de ese mismo año, Eric Harris y Dylan Klebold llegaban a la Escuela Secundaria de Columbine cerca de las 11:10 am por el estacionamiento hacia la entrada principal y comenzaron a disparar a los alumnos que se encontraban en los alrededores. Los jóvenes acabaron con la vida de 12 estudiantes y un profesor, y dejaron heridos a otras 24 personas, para después, terminar con su propia vida en la biblioteca de la escuela donde la tormenta vio su fin.

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Ante aquel escenario tan lamentable y violento que sacudía a la sociedad americana, había que buscar respuestas y un culpable, por lo que diversos grupos sociales, familiares, religiosos y políticos emprendieran la búsqueda de tanta crueldad y malicia. Claro, dejaron de lado que Harris y Klebold hubieran resguardado y conseguido armas de fuego, cuchillos e incluso bombas sin conocimiento de sus padres; tampoco se preguntaron sobre los antidepresivos que Harris consumía en control de sus trastornos depresivos, o mucho menos, repararon en los bombardeos que el gobierno de Estados Unidos llevara a cabo ese mismo día en Kosovo.

Ante los ojos de la sociedad, ellos eran sólo unos chicos. Y necesitaban un culpable.

Bastó el rumor (después comprobado como falso) que uno de los jóvenes portaba una playera del rockero Marilyn Manson, para señalarlo a él, a su música y estilo de vida como los culpables de tan terrible episodio.

Y es que era el hombre perfecto para ello: polémico, excéntrico, aquel que se cortaba el cuerpo en el escenario y deshojaba y quemaba la Biblia; el crítico de la política y religión de su país… era el flanco perfecto de tal responsabilidad.

Manson pasó de ser meramente un músico, a un cómplice e incitador de la violencia. Protestas, ataques en la prensa y amenazas de muerte comenzaron a desprestigiar su música y su carrera.

Dos días después de la masacre, un grupo de senadores envió una carta al presidente de Interscope Records, distribuidora de la música del artista, para pedir que todos los discos de Manson se retirarán del mercado.

El reflejo de este episodio en la vida y carrera del cantante, se vieron reflejadas en su álbum Holy Wood, del año 2000, donde incluso hay una canción dedicada a la memoria de las víctimas (“The Nobodies”), cargado además de una fuerte crítica a la sociedad y sus problemas.

«Bueno… yo me lo busqué, no haces un disco llamado “Antichrist Superstar” sin esperar que la gente te odie«, declaró el artista algunos años después del episodio.

Tuvieron que pasar varios años para dejar de lado este evento mediático que se extendió a lo largo y ancho del globo, afectando poco a su carrera pero sí la vida de Brian Hugh Warner, quien cerró una entrevista sobre este hecho para el documental “Bowlin for Columbine: un país en armas” (2002) del cineasta Michael Moore, quién le preguntó: “Si pudieras hablar con los chicos de Columbine, ¿qué les dirías”. Marilyn Manson respondió “No les diría nada. No les diría nada en absoluto. Los escucharía… y eso es justamente lo que nadie hizo”.

En 2002, dio un discurso en Nueva York vía satélite retomando el tema de la violencia y un “estado de caos”, más inteligente incluso, que cualquier discurso político. Júzguelo usted mismo:


Stephen King y el libro prohibido (1977-1997)

Era el año 1977 y Stephen King se perfilaba rápidamente como un autor superventas en el género del terror. Había ya publicado para entonces tres de sus novelas más representativas: Carrie (1974), El misterio de Salem’s Lot (1975) y El resplandor (1977). Sin embargo, y como recomendación de su editor, King comenzó a publicar bajo el seudónimo de Richard Bachman para tener un poco más de libertad creativa y no saturar y acaparar el mercado. Así, ve la luz por primera vez “Getting It On”, o lo que hoy conocemos como “Rabia”.

A grandes rasgos, la historia (aunque algo lenta y poco reveladora si se me permite aclarar), se centra en Charlie Decker, un estudiante de Placerville High School de Maine, Estados Unidos, que, producto de una infancia llena de abusos y miedos (y conductas violentas contra uno de sus profesores), asesina a la profesora y toma como rehenes a todo el salón de clases con un arma de fuego. La novela es un vaivén entre conocer el pasado de Charlie, y lo que acontece en el salón de clases con los estudiantes y las razones que lo llevaron hasta ahí, así como desenmascarar “las vidas perfectas” de todos sus compañeros de clase para los que él (Charlie Decker), siempre fue invisible, por lo que terminan de darse cuenta que no son tan diferentes en sus miedos más profundos.

Sin embargo, el 26 de abril de 1988, Jeffrey Lyne Cox, estudiante de San Gabriel High School en San Gabriel California, tomó un rifle semi-automático y sostuvo a una clase de humanidades de cerca de 60 alumnos durante más de treinta minutos antes de ser abordado y desarmado por otro estudiante. Un amigo de Cox confesó en entrevista que Jeffrey se había sido inspirado por los secuestros del Vuelo Kuwait Airways 422 y por la novela “Rabia” ​ que había leído una y otra vez y se sentía identificado con el personaje de Charlie Decker.

Para 1989, Dustin L. Pierce, un estudiante en Jackson County High School en McKee, Kentucky, armado con una escopeta y dos pistolas tomó como rehenes a una clase de álgebra en un enfrentamiento de nueve horas con la policía que terminó sin lesiones. La policía encontró una copia de “Rabia” entre las posesiones en la habitación de Pierce, especulándose que había sido inspirado para llevar a cabo la trama de la novela.

Sin embargo, el suceso que llevó a Stephen King a tomar una drástica decisión, llegó el 1 de diciembre de 1997, cuando Michael Carneal envolvió una escopeta y un rifle en una manta y las llevó a la escuela, pasándolas como un proyecto de arte en el que estaba trabajando. También llevaba una pistola calibre 22 en su mochila. Al llegar a la escuela, se insertó tapones para los oídos y sacó la pistola de su mochila. Disparó ocho veces rápidamente en un grupo de oración de jóvenes. Tres chicas murieron mientras estaban hospitalizadas y cinco otros fueron heridos. Después de lo acontecido, Carneal fue diagnosticado con esquizofrenia. Sin embargo, durante las investigaciones del caso, el joven tenía en su casillero al momento del ataque, una copia de una novela de Stephen King: “Rabia”.

Así, el escritor toma la decisión de sacar del mercado la novela y nunca volverla a editar. «El incidente de Carneal fue suficiente para mí. Le pedí a mi publicista que sacara al libro fuera de impresión. Ellos estuvieron de acuerdo.»​ King describió en un discurso dado en Vermont, su punto de vista respecto a este tema, donde reconocía la culpabilidad que productos artísticos o culturales como Rabia jugaban en los individuos, particularmente en jóvenes con problemas, declarando también que los artistas y escritores no pueden negar la oportunidad estética para dibujar en su propia cultura — que está impregnada con violencia, de acuerdo a King– en su trabajo. Describió su inspiración para historias como Rabia, que expresaba sus frustraciones y dolores como estudiante de secundaria.

Al día de hoy, es conocido como “el libro prohibido de Stephen King”, el cual, es prácticamente imposible de conseguir.


Así pues, ¿cuál es entonces el papel de arte en el actuar social? ¿Es cómplice? ¿Es incitador? ¿Es un catalizador?

Muchos más casos de nuestra historia cuentan historias como estas, en la ficción y en la realidad. ¿Son estos la causa?

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