La historia de Guillén de Lampart es bastante aventurera: fue condenado a muerte en Inglaterra por escribir sobre la invasión a Irlanda; huyo y participó en asaltos y abordajes piratas; se hizo pasar por hijo de Felipe III y así usurpar el puesto de Virrey para liberar indígenas, negros y mestizos; un Don Juan que se especulaba sedujo a la virreina; ¡una joyita!
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El verdadero ‘Zorro’
Una de las grandes comunidades que llego a Estados Unidos en busca del sueño americano fue la irlandesa. Inmigrantes que ayudaron al desarrollo de país del norte y hasta crearon su propia festividad, el St. Patricks Day.
Pues uno de estos irlandeses cayó en suelo azteca. Uno poeta, revolucionario e idealista quien fuera el primero en comenzar un movimiento de insurrección y lograr la independencia de Nueva España.
¿Recuerdan la película del Zorro?, pues ese personaje esta basado en la historia de Guillén de Lampart, el Don Juan, seductor, negociador, estafador… el Robin Hood de la Nueva España que luchaba en contra del sistema por los derechos de los más desfavorecidos.
Lo acusaron de tratos con el diablo
Guillén de Lampart comenzó solo en 1642, el plan era hacerse pasar por hijo de Felipe III de España y así debatir que el territorio de Nueva España no debía pertenecer al Rey Felipe IV puesto que no lo había conquistado ‘legítimamente’ para después lograr que países como Irlanda, Francia, Holanda y Portugal reconocieran la independencia, todo de manera pacífica, el solo. Pero no pudo ser.
Lo descubrieron y acusaron de sedición, hechicería, pacto con el diablo. Condenado a muerte (otra vez) quemado en la hoguera. Su pecado, contar su plan al capitán Felipe Méndez, quien para quedar bien lo acuso con la inquisición.
Lampart comparaba cómo los ingleses habían arrebatado a Irlanda de sus costumbres y esclavizaban a su gente, notaba como se repetía la historia cuando veía a españoles contra indígenas en América.
Engaña a la Santa Inquisición
Lo encarcelaron durante 8 años para después escapar cavando un hoyo. Lo aprisionaron una vez más y lo sentencian a la hoguera (…otra vez) en 1659, pero el no quería morir quemado, prefirió dejarse caer sobre la argolla de hierro que sujetaba su cuello contra el poste para morir estrangulado. Al final quemarían sólo su cadáver.
Quizá no llegó a América por la ideología del ‘sueño americano’, tal vez Guillén de Lampart pudo ser nuestro Luther King y su ‘i have a dream’ (yo tengo un sueño), pero no pudo ser… Lo acusaron.
¿Y Lampart apa?
En el Ángel de la Independencia, el monumento más importante sobre nuestra soberanía, están escritos debajo de la estatua los nombres de los precursores, participantes y demás personajes ilustres que fomentaron nuestra independencia, entres esos nombres están:
Encarnación Ortiz, Víctor Rosales, José Antonio Torres, Servando Teresa de Mier Noriega y Guerra, Joaquín Fernández de Lizardi, Carlos María de Bustamante, José María Cos, José María Liceaga, Andrés Quintana Roo, Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario Fernández de San Salvador, Mariana Rodríguez del Toro de Lazarín, José Mariano de Michelena, Epigmenio González y Antonio Ferrer.
Dentro del monumento descansan los restos de los principales independentistas como:
Juan Aldama, Ignacio Allende, Nicolás Bravo, Vicente Guerrero, Miguel Hidalgo y Costilla, José Mariano Jiménez, Mariano Matamoros, Francisco Javier Mina, José María Morelos y Pavón, Andrés Quintana Roo, Leona Vicario, Guadalupe Victoria, Víctor Rosales y Pedro Romero.
Bastantes, ¿no? Pero no está el de Guillén de Lampart, a cambió de eso hay una estatua de él, una figura de pie con los brazos amarrados a su espalda pegado a un tronco, quizá esperando el momento para convertirse en mártir y ser quemado en la hoguera, pero no, no pudo ser.