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‘El castillo de la pureza’, el deseo carnal en el encierro

En ‘El castillo de la pureza’ (1973), un padre ha aislado a su familia protegiéndola de la maldad del mundo. Así, este filme se ha convertido en un retrato de las paradojas éticas que se crean al absolutizar la prohibición paterna y ésta lleva a los procesos más impuros.

 

La familia en el encierro

El filme retrata a una familia que se dedica a la elaboración de raticida en una casa de la Ciudad de México. Gabriel, el padre, es quien ha decidido aislar a todos los integrantes de la familia del exterior, sometiéndolos a una vida casi carcelaria.

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La razón del encierro es para librar a su familia de las desgracias que ocurren en el exterior, de la inmoralidad y desfachatez de la sociedad. Imponiendo una disciplina extensa y castigando la más pequeña falta. Su mujer, Beatriz, justifica el encierro y se somete a la disciplina y a las humillaciones de su esposo; soportando la violencia física y psicológica que ejerce sobre ella.

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La pareja tiene tres hijos Voluntad, Porvenir y Utopía, los cuales son instruidos en las máximas de Goethe, Ellis y en las profecías de Nostradamus, las últimas debido a la superstición de su padre. Al mismo tiempo realizan ejercicios gimnásticos enérgicos para estar en forma aún en el encierro.

 

El deseo

Las barreras impuestas por Gabriel a su familia les transmiten miedo y valores negativos sobre el exterior, hasta cierto punto los aísla de la cultura y crea un ambiente adecuado a su perspectiva moralista.

En este contexto, los hermanos mayores comienzan a descubrir su sexualidad y desarrollar deseo uno por el otro en un encuentro que los lleva a las caricias eróticas en un auto en el patio de su casa.

De no ser por la intervención del padre, podría haberse llevado a cabo el incesto, pero parecería que él mismo habría creado las condiciones para tal aberración, orillándolos a ello como si el deseo hallara allí su única posibilidad.

 

La autoridad del padre

A pesar del juicio que Gabriel hace de la sociedad, se deja caer en lo mismo que critica, esconde moralidad e inmoralidad a su conveniencia consumiendo lo que a su familia prohíbe e incluso recurre a los servicios de trabajadoras sexuales mientras se encuentra en el exterior vendiendo su raticida.

En un inicio la tiranía de Gabriel se acepta y se obedecen sus órdenes, nadie protesta y su esposa soporta todo. Sin embargo, después del severo castigo que da a sus hijos por aquel encuentro, estos comienzan a verlo con otros ojos; como un loco, como alguien malo.

Ahora, es la hija mayor la que busca librarse de él y del encierro. Con cartas improvisadas busca auxilio en el exterior. La autoridad del padre es puesta en duda, Beatriz incluso comienza a cuestionar a su esposo y a pensar acerca de su encierro y la situación de sus hijos.

En el momento en que la policía libera a la familia y tras un acalorado encuentro con Gabriel, se lo llevan preso. Es cuando ocurre algo curioso: el tirano se ha ido, ahora ellos son libres de hacer lo que quieran y de observar el exterior. Pero el final de la película nos muestra a una familia ante la incertidumbre de qué es lo siguiente por hacer; pues terminando la opresión, viene a ellos el miedo a lo nuevo, a lo desconocido y es su turno de enfrentarse al exterior. 

 

Una joya cinematográfica

Hija de dos grandes talentos: Arturo Ripstein dirigiendo y José Emilio Pacheco escribiendo el guión, la película ofrece un complejo entramado de los lados oscuros del corazón humano. Ofrece al espectador una historia cargada de simbolismos y que invita a un gran análisis de la historia, los sentimientos de sus personajes y el posible desenlace de la familia después de su liberación.

Aún en 2020, y más que nada en 2020, podemos encontrar en El castillo de la pureza analogías aplicables a la naturaleza perversa que nos envuelve. ¿Será probable encontrar situaciones similares en familias mexicanas modernas durante la pandemia a la que nos enfrentamos? ¿Podremos encontrar en el filme las mismas condiciones del tedio y la rutina que presentamos en el encierro obligatorio?

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