La narrativa breve que caracteriza a los cuentos facilita el aprendizaje de la lectura y la interacción de las infancias que se inician en el espectro literario y en más de una ocasión nos hemos encontrado con algún cuento dirigido a un público infantil que no necesariamente se encuentra limitado a esa población objetivo, ya que nos permite adentramos a un corto pero vasto mundo narrativo que se disfruta con gran gozo en edad adulta. En muchas ocasiones le encontramos un significado mayor y más enriquecido a su argumento textual.
La extensa obra de la escritora brasileña Clarice Lispector incluye narrativas cortas que se caracterizan por poseer un amplio abanico de procesos de aprendizaje para todas las edades, en especial las infancias, y describen un suave movimiento pendular entre la realidad externa y la interna; entre lo objetivo y lo subjetivo; entre la materialidad del mundo físico y la noche del cuerpo, condenado a metamorfosearse en la noche del alma. Nos hacen personas más críticas.
Son relatos muy carnales. Lo que los impregna es pasión emocional y una crudeza fuerte que da voz al gran talento narrativo de la escritora. Hay, en la mayoría de ellos, una lucha, como un forcejeo entre una realidad resistente y un yo caótico, al que la autora consigue apresar y dar voz por medio de chispeantes monólogos, no exentos de ironía, que describen ese espacio intermedio en que se produce el vaivén, la indecisión, el balanceo y la continuidad fluida entre lo que hay dentro de la piel y fuera.
Los mejores cuentos de Lispector sumergen al lector, como en una ensoñación de límites vagos, en la experiencia del misterio, sin cometer la torpeza, claro está, de desvelar el misterio. Ahí reside una de las claves de su modernidad incesante y del gozo renovado que su lectura produce. No aplastar el misterio, dejar que el misterio respire y se realice en el tejido mismo del cuento, es sin duda una de las proezas mayores de esta irrepetible escritora en el arte del relato breve. Y para las infancias esto es un gran descubrimiento y desarrollo de su iniciación en el vasto mundo de la literatura narrativa.
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Los cuentos infantiles de Clarice Lispector representan un doble desafío para los padres y madres, para los maestros y maestras, y para otras mediadoras: superar el respeto y el conocimiento que tengan de su obra y entrar con los niños en este aspecto más maternal y juguetón de sus relatos.
“Cuando aprendí a leer”, contó Lispector en su última entrevista, “devoraba los libros y pensaba que era como un árbol, como un bicho, algo que nace. No sabía que había un autor detrás de todo. Luego descubrí que era así y dije: <<Yo también quiero>>. En el Diário de Pernambuco, los jueves, publican cuentos infantiles. Yo no me cansaba de mandar mis cuentos, pero nunca los publicaban, y sabía por qué. Porque los otros decían: <<Érase una vez y esto y lo otro…>>. Y los míos eran sensacionales”.
Para entonces, Clarice era apenas una niña, lectora apasionada de Monteiro Lobato. Con el pasar del tiempo tuvo dos hijos, Pedro y Paulo, y escribió para ellos –seguramente en esa máquina de escribir que colocaba en sus rodillas, como nos muestran sus fotos– algunos cuentos y leyendas tan originales, diferentes y no convencionales como sus obras más complejas y extensas para adultos.
Clarice era una escritora adelantada a su tiempo, rompedora de los esquemas de la mujer que todavía en el S. XX seguían profundamente arraigados y vigentes y que en ella no podían asentarse porque su propia personalidad, forjada en una infancia desarraigada y marcada de manera terrible por la muerte trágica de su madre cuando solo contaba diez años, la rechazaba.
Enérgicamente mujer, de belleza dura, caucásica, moldeada en las sensualidades del país brasileño, Clarice supo volcar toda su brutal sensibilidad de hembra en su obra literaria. En una ocasión, Lispector declaró: “Sé un montón de cosas que nunca he visto” y quizás esta frase aparentemente retórica esté más llena de contenido para entender lo que realmente ha sido y sigue siendo la mujer, que los miles de textos sobre mujeres escritas por hombres a lo largo de la historia de la literatura.
El caudal léxico aventurero es apenas un arroyo seco cuando una mujer con talento se sienta a escribir con la intención de contar todo aquello de lo que ha sido testigo durante siglos; de transformar en visible lo invisible. Tal vez no sean muchas las afortunadas que han nacido con ese don, pero desde luego, Clarice Lispector sí es una de ellas.
A continuación, te presentamos tres cuentos infantiles de la autora que debes conocer y leer, y que estamos segurxs de que los disfrutaras mucho.
El primero es “La vida íntima de Laura”, texto que nos propone imaginar cómo se ve el mundo desde los ojos de una gallina. Así, sabemos de su vida y sus peripecias: cómo es su relación con los humanos, con sus compañeras de gallinero y con el gallo Luis, a qué le tiene miedo y cómo se las ingenia para sobrevivir cada día. Conjuga realidad y fantasía y nos muestra la interioridad del personaje que, más allá de todo, tiene un gran corazón.
La segunda recomendación es “Casi de verdad”. Una estupenda fábula que, con humor y desde el punto de vista de los animales, nos invita a reflexionar sobre el poder, la opresión y la lucha de los (supuestamente) más débiles para vencer al poderoso. Nos encontramos con un relato en el que también se luce el juego con el lenguaje y los sonidos. Ideal para leer en voz alta, disfrutando de una historia simple y la vez profunda. A este tipo de cuentos son a los que nos referimos cuando hablamos de textos infantiles con trasfondo narrativo que, perite ser disfrutado incluso por las no infancias.
Concluimos nuestras recomendaciones con “¿Cómo nacieron las estrellas?”. Este texto es una recopilación de doce leyendas brasileñas que Lispector volvió a escribir con su característico sello personal y como si estuviera narrado oralmente. De esta forma desfilan personajes folclóricos: el Saci, Yara la sirena, Curupira el travieso, la tortuga Jabuti, Pedro Malasartes… Todo acontece en medio de la naturaleza salvaje, donde animales, flores, frutos, sonidos y colores de la selva son el marco de estas historias entrañables.
En general, las obras infantiles de Clarice Lispector son muy enriquecedoras para cualquier edad y gracias a su narrativa enigmática y creativa podemos adentrarnos a su mundo breve en cada párrafo como si quisiéramos explorar mucho más de esos cuentos cortos al grado de convertirlos en una novela típica de la autora. Sin lugar a duda, Clarice es una perfecta opción para que nuestras infancias comiencen a leer textos que enriquezcan su referente literario y despirten el gran interés por explorar imaginarios llenos de misterios y crítica social desde su temprana edad.