Cuitláhuac y su noche victoriosa
Una de las fechas representativas para la historia el pueblo mexicano es sin duda el 13 de Agosto de 1521, día de la rendición de Cuauhtémoc, que da pie a la victoria de los españoles sobre Tenochtitlán después de cuatro meses de asedio por parte de las huestes ibéricas.
La población nacional se ha mostrado divida al paso tiempo a cerca del proceso denominado Conquista, ira y enojo debido a la execrable violencia y hostilidad del comportamiento de las tropas cortesianas, quién, con mano dura exterminó la cotidianidad prehispánica y con ello una cultura: tradiciones, costumbres, cosmología, originando una nueva época.
Sin embargo, también hay mexicanos que opinan que era necesaria la intervención de Cortés y sus hombres en tierras nacionales con el objetivo de «civilizar» a las culturas originarias para obtener progreso.
Tenochtitlán antes de la invasión española
Podemos estar de acuerdo o no sobre este hecho histórico que marcó nuestro país, lo cierto es que no podemos negar que somos mexicanos gracias al mestizaje que se constituyó gracias a la llegada de los españoles.
Si bien, el ejército conquistador fue superior en cuanto a armamento, la pasión y garbo con la que los tenochcas defendieron el Valle del Anáhuac no se queda atrás, la perseverancia con la que el último emperador mexica, un joven de 25 años llamado Cuitláhuac mostró al encarar a Cortés, dio frutos una lluviosa noche del 30 de junio de 1520, dando la única victoria a los mexicas.
A 500 años de la honrosa e insigne derrota de las tropas española, Crea Cuervos rememora al célebre Cuitláhuac y la noche triste-victoriosa que vengó valerosamente las matanzas cometidas contra la población indígena.
Cuitláhuac (1476-1520)
Hijo de Axayácatl y hermano de Moctezuma y Tecuhtli de Iztapalapa; en 1502, Cuitláhuac es nombrado jefe del ejército mexica.
El joven guerrero siempre se mostró reacio ante el recibimiento de las huestes extranjeras, tratadas con pulcro respeto y pompa por el Huey Tlatoani, Moctezuma Xocoyotzin, quien en un principio confundió al capitán español con Quetzalcóatl. A toda costa pretendía cerrarles el paso a la ciudad capital del imperio mexica.
Cortés traicionando su promesa, apresó a Moctezuma y a miembros de la nobleza indígena, entre ellos estaba su hermano, Cuitláhuac, liberado para tranquilizar la fúrica muchedumbre totalmente cegados por el enojo producido por la matanza de Templo Mayor y Pedro de Alvarado.
A la muerte del Huey Tlatoani, el 29 de junio de 1520, Cuitláhuac fue escogido por los sacerdotes mexicas como el nuevo emperador, siendo líder de la defensa para frenar a los españoles.
Noche Triste
Su valentía culminó en la vergonzosa derrota de las tropas militares españolas, la lluviosa noche del 30 de junio de 1520, conocida popularmente como a noche triste.
Cortés y sus tropas corrieron presurosos por la Históricas calzada de Tlacopan (México-Tacuba) con la finalidad de llegar a tierra firme; sin embargo, fueron descubiertos y acribillados, fundiéndose en las aguas del lago de Texcoco.
Esta derrota le costo la perdida de armas, oro y bastante hombres, según la tradición este evento logró derramar las lágrimas del vencido capitán europeo.
Menciona Bernal del Castillo al respecto a este hecho: «[..] no venían más soldados, se le saltaron las lágrimas de los ojos…” Asegurando que en efecto el gran conquistador sufrió por este embate.
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Aunque posterior a la noche triste, Cortés continúo el camino hacia Otumba, donde se encontró cara a cara una vez más con el poderío mexica para después planear el sitio de Tenochtitlán junto a sus aliados los tlaxcaltecas.
El 30 de junio de 1520 fue una victoria gloriosa para el ejército mexica, quien ya había sufrido las penurias de la violencia española, no obstante, en esa noche Cuitláhuac demostró que si bien fuimos conquistados, también pudimos vencer.
¿Y el Ahuehuete de Popotla?
La importancia del vetusto ahuehuete surge de ser testimonio del último suspiro de resistencia indígena por parte del penúltimo emperador mexica en contra de las huestes del conquistador Hernán Cortés y sus aliados tlaxcaltecas; sabino que pasaría a la historia como vestigio de la derrota (noche triste) española.
Entorno a este monumento vegetal se han cernido varias polémicas y duda sobre su existencia: ¿es apócrifo?, ¿dónde se encuentra realmente? ¿si es parte de un nacionalismo infundado en tiempos de Porfirio Díaz para ensalsar los mitos fundacionales de la patria, colocando a los héroes sobre la demás población? ¿esta vivo o muerto?
Ni Bernal, ni Cortés describen algún fragmento perteneciente a la existencia del «árbol de la noche triste», quizá de ahí se formule la duda, ¿existió o no?
Sin embargo, el viejo Ahuehuete forma porta del imaginario colectivo no tan sólo de Popotla en Tacuba, lleva en sus raíces la memoria de un pueblo, remembranza a la victoria de Cuitláhuac y ahora también es un habitante más de la Ciudad, que ha ido envejeciendo conforme a la mancha urbana.