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Virginia Woolf: una mujer fuerte que pereció a causa de sus batallas internas

Una de las escritoras que ha sido fuente de inspiración para las nuevas generaciones, con una manera peculiar de redactar, que pareciera que estás dentro de la mente del personaje y ves todas sus ideas sin poder ponerle pausa; además de ser una referente del vanguardismo y pionera del movimiento feminista literario es Virginia Woolf.

Adeline Virginia Woolf nació en Londres un 25 de enero de 1882, criada en casa sin haber tenido la oportunidad de asistir a la escuela, debido a la idea de que sólo los hombres podían tener acceso a este “privilegio”. Sin embargo se desarrolló en un ambiente intelectual debido a que su padre fue un historiador y crítico. Aunque a una edad muy temprana sufrió un golpe emocional del cual no pudo recuperarse en toda su vida, su madre falleció por una fiebre reumática, provocándole su primera caída en la depresión.

Por si fuera poco, dos años después su hermana también murió, y al quedar “sola” se tuvo que enfrentar a los abusos por parte de sus hermanastros, de los cuales más tarde hablaría en una de sus obras. Para el año 1905 su padre perdió la batalla contra el cáncer, ella y sus hermanos se tuvieron qué mudar de vecindario, esta oportunidad le abriría las puertas a nuevas experiencias.

A la zona de Bloomsbury acudían diversos personajes importantes en diferentes ámbitos: poesía, pintura, literatura, pronto se conocería como “El grupo de Bloomsbury”. Aquí tuvo más acercamiento con temas como el feminismo, el papel que jugaba la mujer en aquella sociedad, la homosexualidad y bisexualidad, ecologismo, etc. Y entre aquellas personalidades estaría el que más tarde se convertiría en su marido: Leonard Woolf, con quien también creó la editorial Hogarth Press.

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Fuente: hmong.es

Gracias a este hecho, Virginia tuvo la oportunidad de publicar sus primeras obras Fin de viaje (1915), Noche y día (1919) y El cuarto de Jacob (1922), pero no fueron tan importantes para la audiencia como para tomarlas en cuenta o elogiarlas; fue hasta que se publicó La señora Dalloway (1925) y Al faro (1927) que comenzó a tener renombre.

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En esta novela podemos apreciar su particular forma de escribir, una historia que nos narra un día completo, desde una mañana donde se está organizando una fiesta, hasta la noche donde la misma fiesta ya está puesta en marcha. Otro detalle es que la percibimos desde el punto de vista de tres personajes completamente distintos, sus pensamientos nos darán un breve contexto de sus vidas para poder comprender algunos por qués. Abordando temas como la bisexualidad, el suicidio, enfermedades mentales y la libertad en las mujeres, disfrutamos de una obra que, aunque complicada de leer, es encantadora.

Fuente: amazon.com.mx

De igual manera podemos apreciar Orlando (1928) y Las olas (1931), sin olvidar su famoso ensayo Una habitación propia (1929) donde explica el valor de la mujer en la literatura y lo complicado que es para este sexo ser tomada en cuenta a diferencia de un hombre. “Una mujer debe tener dinero y una habitación propia si desea escribir ficción” argumentaba en su obra.

A pesar de que logró ser un símbolo en el movimiento feminista, su vida personal no reflejaba la fortaleza que llegó a caracterizarla. Virginia padecía depresión y trastorno de bipolaridad, episodios que eran más frecuentes cuando se esforzaba por escribir, aunque jamás quiso seguir las recomendaciones de los médicos de dejar de hacerlo, sólo por algunos intervalos de tiempo.

A lo largo de su vida tuvo dos intentos de suicidio, el primero justo después de la muerte de su padre, años más tarde habría ingerido veronal (somnífero y tranquilizante). Incluso durante la Segunda Guerra Mundial, en caso de que los nazis los atraparan, porque su esposo Lonard era judío y ella todo un personaje en el mundo intelectual, ambos tenían planeado un suicidio en pareja, inhalando los gases del escape de su auto.

Fuente: abc.es

Finalmente, un 28 de marzo de 1941 se arrojó al río Ouse con piedras en sus bolsillos, dejando dos cartas: una para su hermana Vanessa y otra para Leonard, en ésta última explicaba de alguna manera el motivo de su decisión:

“Creo que voy a enloquecer de nuevo. Siento que no podemos atravesar otro de esos tiempos horribles. Y esta vez no me recuperaré. Comienzo a escuchar voces y no puedo concentrarme. Así que voy a hacer lo que creo que es lo mejor… No creo que dos personas puedan ser más felices de lo que nosotros hemos sido.”

Con esta triste despedida abandonó el mundo, dejando un legado que hasta el día de hoy se conmemora y se usa como iluminación para crear nuevos proyectos, volviéndose parte importante en la historia del feminismo gracias a sus ideas revolucionarias.

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