‘Tarde de Perros’ es un película dirigida por Sidney Lumet en 1975 y protagonizada por Al Pacino (Sonny Wortzik) y John Cazale (Salvatore «Sal» Naturile) nos trae un hecho que marcó un hito: el robo a mano armada de un banco en Brooklyn. Algo insólito, lo que debía de haber durado apenas unos minutos, duró más de ocho horas. Rehenes, medios de comunicación, FBI, sociedad presionando y aplaudiendo a Sonny, fueron mezcla más que adecuada para fermentar un film que se caracterizó por preservar lo genuino.
Lo genuino del drama
El director decidió preservar la originalidad del acontecimiento. La historia llevada al film se percibe fiel y natural. La improvisación fue un factor importante a rescatar durante la filmación, aunado con el rodaje en lugares reales, afianzando la naturalidad del hecho.
El drama empieza en un banco, una mañana Sonny y Sal deciden llevar a cabo su plan. El problema sería la poca experiencia y la falta de organización, factores claves que jugarían en su contra. Lo que comenzó como una idea genial, acabaría de una manera patética.
Los rehenes, después de comprobar la poca pericia de sus captores, toman un rol activo pero no lo suficiente como para cambiar el rumbo de la situación. La autoridad de Sonny es cuestionada en varias ocasiones, sus nervios y la tensión lo están haciendo colapsar.
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El FBI entra en escena con un gran despliegue de oficiales y francotiradores. Docenas de hombres para detener a un par de rateros de poca monta. Lo interesante sucede cuando los medios de comunicación están transmitiendo el suceso y lejos de que Sonny sea condenada, es aclamado por el público.
Lo preocupante para Sonny y Sal es salir vivos de la situación. ¿Cómo lo pueden lograr? Absurdamente piden ser trasladados a un avión que los llevaría a otro país, para ello se valen de los rehenes. Si el FBI no cumple, la gente inocente sería asesinada.
Attica, la rebelión de los prisioneros
Es indudable el papel activo que han jugado los medios de comunicación para la formación de la imagen del asaltante Sonny como una especie de mártir. Él ha de reinvidar las acciones grotescas del sistema, sus abusos cometidos en el motín de Attica de 1971 en EE.UU., la cual se llevó a cabo por los prisioneros que estaban hartos de las marchas forzadas.
Para escapar del juicio aplastante de la sociedad, y al verse amurallado por el cuerpo del FBI, Sonny recordó este incidente peculiar, en donde el abuso de la fuerza por parte del sistema fue más que evidente. Los prisioneros pedían mejores condiciones, una asistencia médica digna, y que los abusos de los guardias se detuvieran.
El entonces encargado de la prisión Russel Oswald hizo caso omiso de las condiciones, lo cual fomentaría un ambiente de tensión al alza, produciendo que facciones internas se organizaran para orquestar la rebelión.
El protagonista sabe perfectamente que este hecho reciente le valdría la protección de la opinión pública. Quería recompensar lo torpe de su actuar y ganar tiempo. Pero de todos modos, nada de esto le valdría. Sonny es simplemente un ladrón que quiere salirse con la suya.