En la actualidad el sexting y la divulgación de fotos íntimas conlleva a un señalamiento hacia la persona que aparece en ellas y es castigada socialmente con etiquetas negativas. Ahí es donde radica el problema, se culpa a la víctima por ejercer su vida sexual y la persona agresora pasa desapercibida.
No dejo de imaginar cómo es dibujar tu cuerpo con mis labios. Tu belleza me hace rogar por ti, solo quiero rozar tu espalda con mi cuerpo. Miro la foto de tu ropa interior y lo que quiero es quitártela hasta ver tu cadera desnuda. Tengo sed de ti, de tus besos, de tu aroma y tu alma. Déjame ver lo que en las noches me abrasa. Estas frases llenas de erotismo son solo una muestra de la infinidad de palabras con las que se puede iniciar una forma de vivir la sexualidad a través del sexting.
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Hablar de sexting implica enunciar un tema tabú, ya que no solo es visto como una práctica peyorativa, sino que también se tiene la creencia de que hacerlo es sinónimo de aceptar riesgos como extorsión, ciberbullying e incluso acoso sexual. Sin embargo, el ejercicio de la sexualidad a través de dispositivos electrónicos no es un riesgo, la falta de educación sexual con ética sí lo es.
Los medios de comunicación y la sociedad misma se han encargado de hacer del sexteo un estigma con la creencia de que una consecuencia es la invasión a la privacidad, ya que el material enviado tiene una alta posibilidad de ser enviado a otras personas sin el consentimiento del emisor y esto puede generar burlas, humillaciones o acoso que traspasan lo digital a lo físico.
La extorsión es otra creencia popular, la cual consiste en amenazas hechas por el receptor con el objetivo de obtener un beneficio a cambio de no publicar o divulgar las fotografías, videos o conversaciones del emisor, quien al verse comprometido se encuentra en la obligación de obedecer a la amenaza.
¿Cuál es el verdadero problema de esto?
La divulgación de fotos íntimas conlleva a un señalamiento hacia la persona que aparece en ellas y es castigada socialmente con etiquetas negativas, mientras que la persona que lo esparció no es condenada. Ahí es donde radica el problema, se culpa a la víctima por ejercer su vida sexual y la persona agresora pasa desapercibida.
Es un error que el único discurso que se encuentre en los medios sea la estigmatización hacia los y las adolescentes, cuando se trata de un fenómeno que ocurre en gran medida en el país, de acuerdo con un reporte del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) de 2016 México es el país latinoamericano donde más se realiza el sexting.
Resulta contraproducente tratar el sexteo como algo tabú o algo que debe ser censurado si es un fenómeno con el que se descubren y satisfacen las y los adolescentes. Se debería fomentar la educación sexual e implementar acciones preventivas, además de resignificar que la culpabilidad no es del receptor, sino de quien lo difunde, en el caso de que ocurriera.
La belleza de la humanidad se encuentra en su pensamiento y su cuerpo, por lo que se debe educar hacia una cultura con ética en la que se respete la figura desnuda de las personas. La sociedad debe fomentar el placer y no castigarlo ya que, de hacerlo, se negaría la oportunidad de sentir a través de la mente y del cuerpo la metamorfosis del amor.
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Foto portada: fuente / muycomputer.com