De momias, reliquias de huesos humanos y catacumbas en la Ciudad
Parece ser que el Mictlan está más cerca de lo que creemos. Existe una gran variedad de turismo macabro en nuestra ciudad. A la fachada, parecieran edificios barrocos, neoclásicos y manireistas simples en la época de la colonia de la Nueva España, pero dentro de sus paredes albergan más que sólo arte sacro y olores a cirios e inciensos. Es el inframundo en la CDMX.
Son templos que algún día o en la actualidad fueron sedes importantes de culto religioso hacia la muerte o ex conventos que por casualidad o mera coincidencia contienen restos de sus benefactores, líderes o personajes importantes de su historia.
El culto hacia los muertos fue, y es una tradición característica de nuestra civilización. Los restos mortuorios eran venerados debido a su importancia jerárquica social, para beneficiarse de los poderes que se les atribuían o por qué realizaban actos heroicos estando en vida.
“ Quia pulvis es et in Pulverem reverteris” (“Que polvo eres y al polvo volverá”)
En la actualidad existen lugares en los que se pueden observar intactas las bóvedas o espacios en donde se realizaban estos rituales de veneración. Muchos de ellos existen gracias a la preservación y buen manejo que se les da para disfrute de sus visitantes.
[Te puede interesar ‘Panteón Civil de Dolores: el lugar de los hombres ilustres y los olvidados‘]
1. Criptas en la Catedral Metropolitana
Un cementerio escondido a los ojos de todos
Un lugar poco conocido y recientemente abierto al público en general son las criptas en la Catedral del Centro Histórico. Un espacio místico lleno de símbolos del sincretismo cultural de la conquista de la Gran Tenochtitlán, a tal punto que en uno de los altares principales de la bóveda se puede apreciar una calavera tallada en piedra y una mesa de sacrificios de lo que fuera la Gran Pirámide de Quetzalcóatl.
Esta bóveda mortuoria, denominada la Cripta de los Arzobispos, se encuentra justo debajo del Altar de Reyes, y es el lugar en donde se encuentran los restos del primer arzobispo de la Nueva España, Fray Juan de Zumárraga. Es un espacio que alude a la antigua tradición cristiano romana de enterrar a los clérigos en los sótanos o en las partes bajas de cada templo.
A pesar de ser un espacio sumamente ordenado, la pesadumbre que se percibe es sofocante, motivo de la humedad del ambiente o por las vibras de Arzobispos que se encuentran en los 40 de los 79 nichos de la sala. Cada uno de los nichos contiene grabado el escudo de la familia a la que pertenecieron y la fecha en la que fueron Obispos, es por este motivo que recibe su nombre.
Hoy en día, se pueden realizar visitas guiadas en horarios cambiantes, dependiendo del día y si el clima nos deja, ya que en los meses de lluvia no se permite la entrada. Acudir a la catedral Metropolitana y preguntar a las polis sobre los horarios, es la mejor manera de poder visitar este recinto.
2. Templo de Santa Teresa la Nueva
No, no es ni la varita de saúco, ni la capa de invisibilidad, ni mucho menos una piedra de resurrección. ¡Son reliquias de verdad!
Si lo primero que se les vino a la mente fueron objetos mágicos que la muerte les dio a tres hermanos, a título de los Hijos del quinto patio, hace falta un poquito más de pata de perro y menos Rowling para tomar la mochila y recorrer los templos y espacios en la Ciudad y sus sinfines de curiosidades.
En el primer cuadro de la ciudad se encuentran un vasto número de recintos que albergan verdaderos detalles dignos de la ciencia ficción. Tradicionalmente, los templos de buen caché deberían tener reliquias de fragmentos óseos o en algunos casos, el cuerpo entero de algún líder, benefactor o mártir dentro de sus paredes.
Tal es el caso del Templo de Santa Teresa la Nueva que se encuentra frente a la Iglesia de Nuestra Señora de Loreto, por citar un ejemplo. En esta portentosa construcción barroca de la Orden Carmelita y que tuviera como misión la de abrigar a mujeres pobres, se encuentran los restos óseos (reliquias) de Santa Celeste.
Esta mujer fue importante para las religiosas carmelitas debido a que defendió su fe en contra de un rey. A principios del siglo XVIII cuando fue fundado este convento, la principal benefactora, Doña Manuela de Molina y el grupo de religiosas solicitaron el cuerpo de Santa Celeste para que los feligreses siguieran su ejemplo de sublevación por su fe y amor a Cristo, razón por la cual el Rey Abderraman II la mandó decapitar.
«Se pueden observar sus reliquias en manos y pies. También conserva su cabello original y un cáliz con su sangre»
El cuerpo de Santa Celeste esta ataviado con un vestido de novia, razón por la cual se le atribuye dicho patronazgo. A la vista resaltan escudos pintados en las paredes en diferentes idiomas que rezan “Aquí yace la inmaculada concepción”.
3. Ex convento de Nuestra Señora del Carmen
Sólo en Guanajuato hay mom…..
Las heroicas hazañas del Santo pudieron haber sido aquí, en el Ex convento de Nuestra Señora del Carmen, en las inmediaciones de San Ángel.
Este recinto, construido en el siglo XVII, funcionó como casa y colegio de la Orden de los Carmelitas descalzos. Donado por caciques de Coyoacán, el gran terreno de Chimalistac y hasta Tenatitla, fue utilizado por la orden de religiosos para sus labores cotidianas aprovechando al máximo los recursos con los que contaba.
Este convento fue uno de los más importantes para la orden, ya que gracias a su huerta y a los recursos con los que contaba, los ingresos que producía para el pueblo de San Ángel hicieron que su importancia fuera cada vez mayor.
Una parte del convento fue utilizada como cárcel y como cuartel. Sufriendo diversas confrontaciones y transformaciones, no fue hasta el siglo pasado que el antiguo colegio pasó a manos de la Secretaria de Educación Publica y del INAH para ser convertido en museo.
Uno de los mayores atractivos del Museo, son sus momias. Así es, ¡momias en la Ciudad de México!. Estos restos momificados fueron encontrados por soldados revolucionarios que buscaban tesoros y objetos de valor que los carmelitas pudieron haber olvidado o enterrado.
Se dice que probablemente pertenecieron a pobladores benefactores de las cercanías del pueblo de San Ángel, no así de los frailes como se pensaba en un principio. Hubo una ocasión que un fraile de la iglesia trató de darles santa sepultura, pero la gente del pueblo lo impidió debido a que las habían adoptado como parte de su identidad.
Uno de los factores que contribuyó a la momificación de los cuerpos fue la calidad del suelo compuesto en su mayoría por tepetate, material que ayudó a la deshidratación de los cadáveres y evitó la proliferación de agentes de descomposición, como hongos o bacterias, aunque ya siendo muy quisquillosos, algunas de estas momias si tienen honguitos.
Finalmente, las momias forman parte de la exposición permanente del museo y complementan un grato recorrido brindándole un tinte diferente a la visita del museo.
Ya sea en forma de momia, de reliquia o de corpus santo, la Ciudad de México ofrece ese toque mágico para pasar al inframundo que ninguna otra ciudad.
-
Fotos: Wikicommons / ig:@vanpatto @yorch_rodriguez1