Cuando era más chico recuerdo haber visto dos o tres veces algún murciélago, cerca del antiguo departamento donde vivía antes en Cuautitlán Izcalli. De esas veces que recuerdo, la más característica fue durante una fiesta infantil, en la cual, al caer la noche, aparecieron unos como «ratones alados» en el patio del edificio donde se llevaba a cabo la fiesta. Tengo recuerdos muy vagos de ello, aunque estoy consciente que me fue una gran sorpresa poder verlos, ya que, en aquel tiempo creía que estos animales solo existían en lugares casi ficticios como esos bosques lúgubres de las películas de vampiros.
Sin embargo, de un largo tiempo para acá no he vuelto a ver ni un solo murciélago. En parte tiene sentido, porque es bien conocido que son animales nocturnos, de poca interacción con las personas, y que se resguardan en lugares muy escondidos. Aún así, siempre me inquietó el hecho de haber visto un animal que consideraba completamente salvaje en un lugar tan suburbano y poco especial. Inclusive, llegué a creer un tiempo que esas veces que logré ver un murciélago fueron al final alguna especie de sueño o invento infantil.
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Pasó un largo tiempo, hasta hace no mucho realmente, que me enteré que los murciélagos son mucho más comunes de lo que se cree, o al menos en la Ciudad de México y sus alrededores. Constantemente pasan desapercibidos por sus hábitos ya mencionados, pero al parecer no es tan difícil encontrarlos por coincidencia e incluso intencionalmente. Esto igualmente no pasa solo en el área metropolitana de la CDMX, si no también en muchas otras manchas urbanas del país, y por supuesto, en áreas rurales de donde son aún más característicos. Como es el caso de las regiones magueyeras y tequileras del país.
Algo que tampoco sabía pero que es aún de mayor relevancia, es la importancia que tienen estos animales para los ecosistemas tanto urbanos como rurales. Entre una de sus principales características, que es bastante desconocida por la mayoría de la gente, es su rol importante en la polinización de las plantas y la dispersión de semillas. Esto debido a sus hábitos de alimentarse de frutos y de néctar producido por las flores, teniendo un papel igual o incluso más importante en la reproducción de especies vegetales que otros animales como mariposas y muchas aves.
Sabiendo todo esto, se puede entender que el murciélago no solo es común, si no que es bastante importante para la Ciudad de México, aunque ese es el problema, muchos no lo saben. En la cultura general, los murciélagos tienen una connotación negativa con bastantes prejuicios de diversas fuentes. Algunas personas los consideran animales peligrosos chupadores de sangre (prácticamente vampiros, aunque suene fantasioso, pues muchos sí lo creen). Otros los consideran animales sucios o entendibles como una plaga, debido a su exageradamente supuesta similitud con las ratas y roedores. Mientras que muchos otros más, recientemente han comenzado a condenarlos como culpables del surgimiento del ya conocido SARS-CoV-2 y la pandemia mortal que ha desatado.
Si bien, debería sobrar aclarar que casi ninguna especie de murciélago se alimenta de sangre (al menos no humana), ni que tampoco son sinónimo de suciedad (aunque a veces sí de enfermedades), ni que es precisamente su culpa que se haya desatado toda una pandemia y crisis mundial durante este año. Aún así, mucha gente sigue teniéndoles miedo y asco, y cuando llegan a encontrarse con uno, tienden a huir con horror, o peor aún, a atacarlos con violencia. De igual manera, fenómenos secundarios como la excesiva contaminación lumínica y auditiva, las construcciones masivas y la contaminación del aire han tenido efectos perjudiciales en los murciélagos y su hábitat, que consecuentemente ha provocado una reducción en su población.
En la CDMX y el área metropolitana existen 4 tipos de especies de murciélago, las cuales son sólo una pequeña parte de las 137 que existen en todo México. De estas 4 especies, la mayoría de sus ejemplares viven en las partes más arboladas hacia las afueras de las zonas urbanas, aunque muchos se han logrado asentar escondidos entre el hábitat humano. Por ello, es raro lograr encontrarse con un murciélago en plena ciudad aunque no imposible. Al final solo se necesita suerte para avistarlos, aunque también son necesarios tranquilidad y respeto para dejarlos habitar en paz y silencio en la gran mancha urbana junto con nosotros.