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La ‘Masacre de Tulsa’, un relato americano de vergüenza que quedó casi en el olvido

Hace ya muchos años, hubo una vez cuando la ciudad de Tulsa, en el estado de Oklahoma, Estados Unidos, quedó completamente destruida y casi toda en ruinas. No es de extrañarse en general, ya que muchas ciudades y pueblos vecinos de esta han corrido con la misma suerte, al estar ubicados en una zona propensa al paso de feroces tornados que vuelan y destruyen todo a su paso. No obstante, a Tulsa no la destruyó un tornado, si no que fue la misma mano del ser humano, por medio del fuego.

En 1921, el centro de esta ciudad, así como barrios aledaños fueron quemados al propósito. Los autores fueron hombres y una que otra mujer de raza blanca. Estos quemaron edificios públicos, negocios, casas, y vehículos como carretas y automóviles. Mientras la ciudad ardía, también se dieron a la tarea de asesinar a decenas (o cientos tal vez) de afroamericanos, que vivían y trabajaban en estos. Aquel incidente se le llamó por algunos como la «Masacre de Tulsa», aunque la mayoría blanca prefirió denominarlo solo como «Distrubio», y al final, prefirieron callarlo y dejarlo en el olvido, para que en el futuro ni los libros de historia «americanos» contaran sobre esto.

Fuente: oklahoman.com

La era del odio

Seis años antes de la masacre, en 1915, se estrenaba en los cines y teatros estadounidenses la cinta de The Birth of a Nation. Una película que tuvo una de las mayores producciones y más grandes audiencias de su tiempo, mostraba los ideales del Estados Unidos «blanco, cristiano y conservador», y a su vez funcionaba como propaganda del re-ascendiente Ku Klux Klan, quienes ejercían a mano propia la aplicación de esos valores con toda libertad y sin límites. La película se catalogó como controversial por muchos medios y críticos de la época, sin embargo, para muchos marcó el resurgimiento no solo del Klan, si no también de la intolerancia y la violencia hacia las minorías como los afroamericanos.

A pesar de ello, sería ridículo el tratar de culpar únicamente a la película de un sentimiento y una ideología que ya llevaban años sembrados en las mentes de los blancos americanos, al menos de los sureños. El ciudadano afroamericano realmente no era ciudadano, tal vez de segunda categoría, y aunque ya no llevara cadenas, seguía estando a merced de una sociedad de cultura únicamente blanca. En la ciudad de Atlanta ya se había dado una demostración de ello, con el linchamiento a muerte de más de 25 «negros» en el año de 1906. En 1919 pasó algo similar a mayor escala en diversas ciudades como Chicago, Omaha y el pueblo de Elaine, Arkansas.


La antigua Tulsa

El barrio de Greenwood, en Tulsa tenía más de 10,000 habitantes en 1921, de los cuales, prácticamente todos eran descendientes de esclavos africanos. En aquel tiempo, Tulsa era una ciudad atractiva tanto para blancos como para negros y cualquier otra etnia, gracias a los yacimientos petroleros en la zona descubiertos recientemente, que coincidieron con el boom del uso de combustibles para automóviles y ferrocarriles. A pesar de que Oklahoma era también un estado con leyes de segregación y con un gran número de población blanca conservadora, muchos afroamericanos llegaron con la intención de obtener trabajo y alejarse de la zona del «Deep South» donde la vida seguía siendo difícil para las minorías.

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Se asentaron en Greenwood, donde fueron segregados casi a la fuerza y el barrio se convirtió en un especie de ghetto. Sin embargo, la comunidad de Greenwood logró prosperar económicamente, donde se logró establecer un distrito comercial con negocios dirigidos únicamente por negros. Pronto adquirió relevancia y fama en todo el estado, y después casi en todo el país como el «Wall Street Negro», debido al buen desarrollo económico del lugar por parte de la población negra.

Imagen de la sucedido con la leyenda escrita de «Enviando a los negros fuera de Tulsa» junto con la fecha / Fuente: blackpast.com

Lo sucedido

El 31 de mayo de ese año, Dick Rowland, un joven de 19 años, habitante y trabajador en el barrio de Greenwood, y por supuesto afroamericano, fue arrestado por los supuestos cargos de intento de violación hacia Sarah Page, una joven blanca de 17 años. Mientras se encontraba encerrado en la comisaría de la ciudad, una grupo de varias personas blancas se presentó fuera de esta con gran enojo y con lo que parecían intenciones de linchamiento. Por ello, la Guardia Nacional se presentó afuera y dentro del lugar para mantener el orden, pero resultaría en vano. Al saber que Rowland sería probablemente linchado, varias personas negras de Greenwood tomaron armas y fueron a la comisaría para la defensa del joven.

Cuando los defensores de Dick se presentaron, los blancos lo interpretaron como agresión, y otros como un intento de «Rebelión Negra». Así llegaron muchas más personas blancas con armas, y empezaron a disparar. Grupos de blancos se dispersaron del lugar por las calles y empezaron a dispararle a todas las personas negras hasta llegar a Greenwood, donde empezaron a saquear los negocios, a quemar las casas y a golpear y asesinar a las personas dentro. La Guardia Nacional, así como el ejército y bomberos trataron de detener el suceso pero en realidad muy poco intentaron. Al final, las calles estaban llenos de cuerpos, casi todos negros y uno que otro blanco, y de cientos de heridos.

Un par de días después de los sucesos, la población negra de la ciudad abandonó la ciudad, o al menos los que pudieron. Algunos seguían siendo agredidos o asesinados en su retirada por grupos de choque blancos, mientras que otros tuvieron que quedarse en la ciudad escondidos al no tener la posibilidad de irse. De Greenwood no quedó casi nada, solo cenizas y tablas quemadas de madera, como si hubiera pasado el peor huracán posible. Al final, los que se quedaron tuvieron que guardar silencio, y reconstruir poco a poco su antiguo barrio, estando aún a merced de los de color blanco.

Barrio de Greenwood tras la masacre y el incendio / Fuente: forbes.com

El Olvido

En poco tiempo ya nadie se acordaba de lo ocurrido en Tulsa. La primera semana, la noticia apareció en todos los periódicos del país, pero a los pocos días ya nadie habló de eso, ni las propias víctimas. Un artículo de New York Times sobre la masacre menciona una declaración de Nancy Feldman, una maestra de la Universidad de Oklahoma en los años 40. Feldman mencionaba a sus alumnos sobre lo ocurrido, y prácticamente ninguno de ellos sabía sobre lo ocurrido. De Dick Rowland no se volvió a saber más. No se sabe si era culpable o no, aunque realmente nunca se tuvo ninguna prueba del crimen, y no se sabe si murió en la masacre, aunque muchos dicen también que logró escapar al final.

La nuevas generaciones de Tulsa, de Oklahoma, y de Estados Unidos no se enteraron nunca de que en esa ciudad hubo una matanza racial. No al menos hasta finales de los años 90, cuando se hicieron investigaciones acerca de posibles fosas comunes donde decenas de cuerpos de las víctimas pudieron haber sido enterradas. En 2001, el gobierno de Tulsa hizo oficial y pública la historia como masacre y ofreció una disculpa, llamando a la reconciliación entre razas, 80 años después. En 2018, HBO estrenó la serie de televisión Watchmen, que basó su trama en este acontecimiento y muestra en su primer episodio nociones de lo que pudo haber sido el momento.

Hay cientos de este tipo de sucesos que acontecieron en Estados Unidos y en el mundo, de los cuales no se tienen ya registro, o nunca se supieron a gran escala. Por suerte, esta historia tan vergonzosa que pasó en Tulsa no logró borrarse de la historia al final. Hoy en día parecería que algo así sucediera sería imposible, y tal vez lo sea, ya son cosa de un pasado brutal y precario. El odio sin embargo, parece no haberse ido, y ha mutado poco a poco. Otro Tulsa tal vez no vuelva a ocurrir, pero que otro «negro» vuelva a morir, víctima de este odio, tal vez vuelva a ocurrir mañana.

Fuente hollywoodreporter.com
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