Nacionalismo Cultural
Durante la posrevolución, el país se valió de la expresión cultural para edificar la identidad; por la vía del mecenazgo de José Vasconcelos y los artífices del arte, emergió el «nacionalismo cultural«; floreciendo la poesía de corte patriótico. La Novela de la Revolución (Los de abajo) y la Escuela Mexicana de Pintura (Muralismo), esta última estuvo liderado por figuras masculinas, de los que destacan los tres grandes maestros: Siqueiros, Orozco y Rivera.
Sin embargo, dentro de esta atmósfera cultural, una talentosa y aguerrida mujer abrió la brecha del monopolio en el ámbito cultural entorno a la pintura, el cual estaba sujeto a la opinión los muralistas; no obstante, sus obras, poseen cuerpo, alma, lenguaje personal y características que la hicieron destacar en un ambiente de hombres.
Diosa Prehispánica
Octavio Paz veía en María Izquierdo a la representación de «una diosa prehispánica. Un rostro de lodo secado al sol y ahumado con incienso de copal, […] era dulzura misma. Timida, íntima», como lo son sus pinturas.
Y es que con carácter imperante de deidad originaria, tuvo la fuerza de colocarse como referente femenina de la plástica nacional en tiempos convulsos y difíciles para las artistas mexicanas.
Vida ajetreada
María Cenobia Izquierdo Gutiérrez (1902-1955), oriunda de San Juan de los Lagos, Jalisco, hija del nuevo siglo, nació el 30 de Octubre de 1902; en Saltillo y Aguascalientes vivió su etapa infantil y adolescencia.
Muy joven, producto de su pasional carácter, contrajo nupcias aún siendo una puberta a la edad de 15 años, con Cándido Posadas Izquierdo, miembro de las fuerzas militares, procreando tres hijos con él. Diez años después al llegar a la Ciudad, la brillante artista tomó la decisión de divorciarse, decisión controversial para una mujeres de la época.
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Influencias en su etapa formativa
A los 25 años entra a la Academia de San Carlos, cuyo director era el muralista Diego Rivera, su estancia fue solamente de un año; sin embargo, su amistad con el destacado artista Germán Gedovius, el cual conoció en clase de pintura, visualizó a María y su gran capacidad.
Este apego cercano con el gran Gedovius finalizó cuando Izquierdo dejó la Academia para aventurarse a crear experiencias propias, acción aplaudida por el maestro Rufino Tamayo, con quien sostuvo un romance hasta 1933.
La pintura, el lenguaje de María Izquierdo.
A pesar de las dificultades propias de la época rechazó al nacionalismo, corriente ejecutada en todos los ámbitos culturales, incluyendo la Academia de San Carlos; María rompió con el estereotipo y revistió con lenguaje propio fuera de los lineamientos académicos.
La poderosa artista plasmó temas ancestrales, raíces originarias, naturaleza muerta, paisajes, retratos familiares, su raza, pasajes cotidianos, la vena y corazón de la cultura popular, de la sociedad que le tocó vivir.
Antonin Artaud en su viaje a México a mitad de los años 30, dijo de su obra «esta en comunicación con las fuerzas del alma india», promoviendo sus cuadros en París.
María Izquierdo, y sus historias llenas de misterio colorido, con las que revestía su arte, con idioma poético, rompiendo moldes; con un estilo propio, colores consagrados, elementos naturales y el diálogo indígena que sostuvo en sus majestuosa composición, particularidades que la llevaron a mostrar su raíz artística al mundo en 1930 en el Art Center de Nueva York por invitación de Frances Flynn Pyne; ponderándola como la primera pintora mexicana cuya obra fue apreciada fuera de su país.
En 1931 se desempeñó como docente en la Escuela de Artes Plasticas de la SEP y se adhirió a la Liga de Escritores y Artistas revolucionarios.
Polémica
A mitad de los años 40, cuando el país se conducía por el camino del «progreso y la modernidad«, fue requerida por el entonces Jefe del Departamento del Distrito Federal, Javier Rojo Gómez, para pintar un mural en el antiguo Palacio del Ayuntamiento.
Debido a la opinión de Rivera y Siqueiros, su contrato fue cancelado, por falta de experiencia; se le otorgó la opción de pintar algún otro lugar, a lo que la artista se negó, este desafortunado evento repercutió en la carrera de Izquierdo, quien al ser la primera mujer en pintar un mural al estilo propio de los maestros muralistas, su talento tendría un despunte mayor, cotizando sus obras en el mercado.
La gran Maria Izquierdo abandonó el mundo etéreo el 2 de Diciembre de 1955, han pasado 64 años desde su partida; la popularidad de otras artistas, como la de Frida Khalo, ha ocultado la grandeza de la «diosa prehispánica».
Admirada por José Celestino y Gorostiza, Villaurrutia, Fernando Gamboa, Germán Gedovius, Antonin Artaud, Tamayo, Paz y el propio Diego Rivera, su producción artística ha sido poco valorada. Recordemos a la mujer que aperturó el camino y luchó contra el ambiente cultural liderado por hombres; rebelde dejó la Academia para dotar sus obras de lenguaje personal, así coadyuvo al objetivo del nacionalismo cultural (estando fuera de sus lineamientos) dotando al país de mexicanidad.
Diosa, natural, rebelde, pasional, purista, personal, maestra, pintora, María Izquierdo es la génesis de la participación femenina en la plástica mexicana pos revolucionaria.