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Los retos que enfrenta la comunidad sexo diversa en México

Esta semana se celebra la 41° edición de la marcha del orgullo LGBTTTIQA (lesbianas, gays, travestis, transexuales, transgéneros, intersexuales, queer y asexuales) en México. Si bien el apoyo y la visibilidad que consiguen estas minorías es cada vez mayor (series, películas, libros, etc.) así como figuras que están rompiendo estereotipos (Gus Kenworthy, Ryan Murphy, Tom Daley, entre otros), aún queda mucho por hacer, tanto en el mundo como en el país.

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Así, este es un momento vital para revisar un poco del movimiento  en México, así como los desafíos que enfrenta. La historia de la sexodiversidad se remonta a la existencia misma del ser humano y no sólo es exclusiva de nuestra especie, está presente y documentada en el reino animal (pingüinos, flamencos, leones y un largo etcétera). Por ello y tomando en consideración que es imposible resumir tanta historia, el corte histórico que se propone es en 1901.

En dicho año se dio el primer evento que visibilizó al colectivo sexo diverso: el baile de los 41. El 18 de noviembre de 1901 se celebró una redada en la casa número 4 de la calle Paz (actual Ezequiel Montes, colonia Tabacalera), donde  detuvieron a 41 personas que fueron calificados por la prensa de esa época como afeminados, hombres vestidos de mujer y maricones.

Son muchos los rumores que existen alrededor de este baile, siendo el principal la existencia de un persona 42 en el evento: Ignacio de la Torre Mier, yerno del entonces presidente de México, Porfirio Díaz. Además de la evidente irregularidad de la detención de los participantes del baile —pues la excusa para el ingreso de las fuerzas policiales fue preguntar si se tenía permiso para celebrar la fiesta a pesar de que se realizaba en propiedad privada— hasta el trágico destino de quienes no pudieron comprar su libertad (en unas versiones enrolados en el ejército a la fuerza y obligados a realizar trabajos forzados, en otra confinados a trabajos en obras públicas en Yucatán), el principal legado de este evento fue la estigmatización de la homosexualidad.

A partir de ahí, a cualquier acto diferente a la heteronorma se le clasificaba como «ilícito contra la moral y las buenas costumbres». El número 41 se relacionó con la homosexualidad y se evitó su empleo tanto en el mundo civil como el militar, como bien lo señala Francisco Urquizo. Y a pesar de que han pasado más de 100 años desde aquel episodio, la situación para el colectivo LGBTTTIQA no ha mejorado mucho.

México es el país con más asesinatos a personas transexuales. Desde 2016 diversos informes de organismos internacionales no gubernamentales (OING) destacaron que la nación mexicana, sólo después de Brasil, es el territorio donde se priva más de la vida a estas personas en América Latina. Y al día de hoy la situación se mantiene: de acuerdo al informe de Letra S: Violencia extrema. Los asesinatos de personas lgbttt en México: los saldos del sexenio (2013-2018), se estima que aproximadamente 76 personas pertenecientes a la sexodiversidad son asesinadas anualmente. La cifra se queda corta, pues en la mayoría de los casos no se cataloga a la privación de la vida de estas personas como crímenes de odio en contra de este sector. Por supuesto, el grupo más vulnerable es el transexual.

Foto: @vanguardiamx

 

No obstante, incluso cuando no se priva de la vida al colectivo LGBTTTIQA, este enfrenta varios desafíos en su vida diaria. Las lesbianas, de acuerdo a datos presentados por la Comisión Ejecutiva de Atención a Victimas (CEAV) y la Fundación Arcoíris por el respeto a la diversidad sexual en el Diagnóstico Nacional sobre la discriminación a las personas LGBTI en México: Derecho al trabajo, son quienes ganan menos en México, amén de que prefieren ocultar su orientación sexual para no truncar sus posibilidades de crecimiento en sus trabajos. Esto obedece no sólo al desafío de pertenecer a la sexodiversidad, sino a la cuestión de discriminación por género, situación bastante normalizada en este país.

En el caso de la bisexualidad, la invisibilización y la misma discriminación al interior del colectivo son sus más grandes desafíos. La representación no heterosexual, dentro del imaginario colectivo mexicano se reduce a gays y lesbianas; además, estas personas son objeto de varios estigmas, siendo el principal el que están confundidos y no aceptan su orientación sexual. Teniendo en consideración esto no es de extrañar que el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación (COPRED) en la Encuesta Nacional sobre Discriminación (Enadis) de 2017 señaló que la discriminación bisexual se posiciona en la posición 23 de la muestra de 41 grupos vulnerables. Por ello, para apoyar al sector bisexual, el 23 de septiembre es el día internacional de la bisexualidad en México.

Foto: El Sol Online/Flick

 

Para los gays, la situación aún es complicada. No es extraño que se viralicen noticias donde se discrimina a personas y parejas gay: en Monterrey, Nuevo León, Milo de León sufrió discriminación cuando un conductor de Uber decidió no brindarle servicio, pues el chico de 33 años iba vestido de drag queen; Javier Verdugo Sainz denunció a través de sus redes sociales como fue expulsado del Museo Casa Natal de Morelos en Morelia, Michoacán, por abrazar a su novio. Así como estos existen muchos casos, pues los homosexuales desde los principales medios de comunicación en México fueron sistémicamente ridiculizados o representados como perversos, especialmente en las telenovelas.  

Aún falta revisar cuales desafíos enfrentan las personas asexuales, intersexuales y queer en este país, pues no existen los suficientes informes y estudios para arrojar resultados sólidos. Eso sí, la concientización y los espacios seguros para estas personas los brinda la sociedad civil organizada, que desde organismos no gubernamentales busca concientizar, visibilizar y/o apoyar a estos individuos. Empero, es necesario que desde espacios gubernamentales y civiles se revise y apoye más a estas sexualidades periféricas, disidentes o no normativas, en aras de evitar que sus derechos sean violados.

Así, aprovechando que este sábado se celebra la 41° edición de la marcha del orgullo LGBTTTIQA y, a 50 años de iniciado el movimiento por el reconocimiento de la sexodiversidad afuera del Bar Stonewall en Nueva York, Estados Unidos, es necesario reconocer los desafíos que enfrenta esta comunidad. El avance en materia de derechos y representación es grande, aún queda un largo camino: los mexicanos en el extranjero ya pueden casarse en los consulados del país, pero en el congreso de Sinaloa, con una diferencia de dos votos, no se aprobó el matrimonio igualitario. Entonces, desde México es necesario que se sigan reduciendo las disparidades en materia de legislación y protección de derechos.

Además, se tiene que recordar que los derechos LGBTTTIQA son derechos humanos, no privilegios ni concesiones; sólo a través de reconocimiento y protección de estos no existirán desigualdades al interior de la sociedad. Y para cerrar la cobertura del orgullo 2019 se rescata el mensaje de inclusión y aceptación que lleva: esperemos que al igual que el odio y el temor se esparcieron por el mundo, también lo haga el amor.   

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