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La informalidad: más allá de un problema laboral

Los altos impactos de la informalidad laboral se evidencian en todos los aspectos de la vida cotidiana: desde la carencia de prestaciones y servicios médicos que sufren millones de trabajadores, hasta la descomposición del tejido social, causada en gran medida por la precariedad del empleo en México.

Con la llegada del coronavirus y la crisis económica más desastrosa de los últimos tiempos, el repunte de los empleos informales no se ha hecho esperar y con ello, un sin número de problemas constituyen ahora un escenario complejo y son un motivo de debate en la agenda pública nacional; el incremento en los índices de desigualdad y pobreza, la proliferación de malas condiciones de trabajo, así como la pérdida en la captación fiscal, son solo algunos de los principales problemas que desencadena la informalidad  y que golpearan fuertemente la economía a nivel mundial.

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Fuente: blogs.iadb.org

Sin embargo, la informalidad va más allá del mercado de trabajo e implica una serie de factores que normalmente permanecen invisibles, pero que, junto a esta, constituyen una problemática alarmante en el ámbito social, misma que se agudiza en épocas de crisis, tal y como la que actualmente estamos atravesando.


Las dimensiones del empleo informal

La informalidad no solo precariza el entorno laboral de la clase trabajadora empleando a millones de personas bajo condiciones deplorables, sino que reproduce la desigualdad y la pobreza a través de una dinámica intergeneracional que incide negativamente en la calidad de vida y el desarrollo humano.

A su vez, es consecuencia de la transgresión de los derechos humanos de miles de personas que no logran insertarse en un trabajo digno y lo suficientemente adecuado para satisfacer las necesidades propias y de su familia. Entraña una deuda social provocada por un sistema fallido que privilegia a los más ricos y confina a los más pobres a una vida miserable y sin oportunidades de movilidad social, retratando un escenario en el que no existen actores sociales que levanten la voz por el respeto de sus derechos y de su dignidad humana.

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Fuente: elconspirador.com.mx

Si hablamos de la excentricidad de México, esta no yace solo en sus manifestaciones culturales o su folclore, sino en hechos políticos, económicos y sociales inverosímiles, que minan la esperanza de un verdadero cambio para el país.

Casos visibles de corrupción sin responsables encarcelados, una administración pública dañada por una cúpula de poder cuya tarea fundamental es saquear, sea inflando cotizaciones o adjudicando contratos irregulares, grandes comunidades carentes de los servicios básicos mientras sus alcaldes disfrutan de la opulencia, o peor aún, grandes sindicatos coludidos que se oponen a los incrementos salariales, con líderes enriquecidos y millones de trabajadores que luchan a diario por vivir “al día”, son solo algunas de las manifestaciones más perceptibles de la podredumbre que sumerge a nuestro país en la desigualdad y la miseria.

Por otro lado, la informalidad enmascara el trabajo infantil, en el que miles de niños sucumben ante el trabajo forzado y la denigración. Rostros opacados por la desigualdad y el abuso, pequeños soñadores a quienes se les va la vida en un crucero o en una plantación, obligados a cambian su infancia por un puñado de monedas, sea para alimentar la cadena de la explotación, contribuir al gasto familiar o porque no queda más remedio que trabajar para sí.

En el caso opuesto se hallan los adultos mayores, quienes después de laborar por casi cuatro décadas, se ven en la necesidad de fungir como empacadores de mercancías en los supermercados, vendedores ambulantes o artistas callejeros. La mísera pensión obtenida a cambio de una vida entera en el obraje no alcanza siquiera para alimentarse ni pagar por los servicios básicos en el hogar.

Fuente: mvsnoticias.com

Ni que decir del empleo desempeñado en la economía negra, que somete a miles de mujeres y niñas a la explotación sexual, así como el empleo de migrantes en condiciones verdaderamente precarias; un insulto y una fuerte agresión a la dignidad y a los derechos fundamentales de todo ser humano.

Con respecto al trabajo y la igualdad de género, persiste hasta la fecha una amplia brecha de género referente a la empleabilidad y la remuneración salarial, lo que sin duda se proyecta en un ambiente laboral deleznable y con menores oportunidades para las mujeres.


Una mirada al futuro

En definitiva, la informalidad abarca una serie de problemas que difícilmente encontraran solución de no ser por una intervención pública efectiva, transparente y comprometida con el bienestar social.

Tanto organismos internacionales como las propias legislaciones e instituciones de carácter nacional reconocen la urgencia de afrontar la informalidad, procurando así el respeto al derecho fundamental de un trabajo digno y decente. Pese a ello, las políticas públicas emprendidas en México poco han avanzado en la mejora de las condiciones del mercado laboral, toda vez que prácticamente seis de cada diez trabajadores mexicanos son informales, y en su mayoría, se emplean en actividades precarias.

Fuente: expansion.mx

José Gurría, Secretario General de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) expresa que la informalidad laboral amplifica la desigualdad en México y en otros países de América Latina, lastra los salarios y el acceso al seguro social y las pensiones. Considerando que más de la mitad de los trabajadores mexicanos se hallan ocupados en la informalidad, es evidente que nos encontramos frente a un problema de carácter inminente.

En este sentido, la caída en la generación de puestos de trabajo y más aún, el ensanchamiento de las filas del desempleo, impactarán de manera significativa en el incremento de la informalidad laboral. Si a esto se agregan las expectativas de la desaceleración económica mundial y los bajos niveles de confianza —lo que implica un desplome en los niveles de inversión— el panorama económico nacional se vislumbra desalentador y sin un rumbo fijo, lo que inevitablemente generará un choque importante para el mercado laboral mexicano.


Haciendo frente al problema

La intervención pública para hacer frente a la informalidad no es una novedad. Desde hace algunos años se han emprendido una serie de prácticas para hacer frente a este fenómeno, sea desde el ámbito local o desde el gobierno federal y toda su estructura, sin embargo, los resultados se han quedado demasiado cortos y no se han podido brindar soluciones realmente significativas.

El gobierno de López Obrador ahora la tiene bastante difícil, ya que además de la pandemia y toda la serie de controversias que se ha desatado durante los últimos meses, tendrá que lidiar con un terrible escenario económico, mismo que apenas va despertando y exhibiendo sus secuelas.

Fuente: expansion.mx

En cuestiones de informalidad, la tarea del nuevo gobierno será crear un ambiente propicio para la generación de propuestas y políticas que brinden alternativas efectivas ante este fenómeno. Para ello es necesario adoptar enfoques específicos, amplios e interdisciplinarios, adicionando el uso de herramientas e instrumentos de diagnóstico eficientes, con el objetivo de identificar con mayor precisión las estrategias idóneas para enfrentar este gran problema.

Solo espero que, en el tema del empleo y la informalidad, esta administración se lo tome en serio y no vacile en dar soluciones prontas y certeras, ya que no se trata de una complicación pasajera o que experimenten unos cuantos, más aún es un problema que nos afecta a todas y todos.

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