Memoria
¿Qué recordamos? ¿Por qué lo recordamos? ¿Durante cuánto tiempo?
A lo largo de la vida podemos tener recuerdos que duran desde unos instantes, hasta aquellos que nos acompañan de por vida. Desde la memoria episódica con vivencias muy especificas o la memoria semántica con información general, sin estar unida a una vivencia personal.
Sin duda podemos pensar en la memoria como una gran colección, un almacén de eventos pasados.
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La importancia de la memoria es enorme, puesto que este “almacén” tiene grandes efectos en nuestra conducta presente. Incluso, la memoria, esta ligada a muchas de nuestras habilidades, motoras, perceptuales, cognitivas. ¿Recuerda cuando aprendió a hacer lo que más le gusta? ¿Reconoce su habilidad más preciada?
Memoria a corto y largo plazo son fascinantes, la primera organiza la información en partes, es decir crea agrupamientos, de manera inmediata sacamos provecho de ella. Por otro lado, la memoria a largo plazo es un enorme sistema que almacena gran cantidad de información, tanta que hasta la fecha no se ha podido definir su límite. ¿Usted que tanto recuerda?
Para entender más claramente la importancia de los sistemas cerebrales de almacenamiento entendamos la secuencia con la cual procesa la información que recibe:
1. Registra y codifica, 2. Almacena, 3. Mantiene y recupera.
El recordar es un proceso dinámico, influido por una multitud de factores (…) De hecho, es una colección de sistemas que funcionan en conjunto. (Rains Dennis, G. 2004, Sistemas de Memoria)
¿Por qué olvidamos?
Sea pequeña o grande, la amnesia o falta de recuerdo, habla de un deterioro en la memoria. Las fallas para acceder a recuerdos, o los lapsus no son más que un efecto de un mal funcionamiento, una atrofiada asociación.
Pero, ¿y si nuestros olvidos respondieran no solo a fallas en nuestro sistema de memoria, sino que también fueran influidos por nuestro estado anímico?
En algún punto la mayoría hemos olvidado un nombre, una palabra que estábamos a punto de decir, una fecha, o una dirección y sabemos que conocemos el dato o la palabra, pero por alguna extraña razón no podemos acceder a ella en ese momento preciso, simplemente ha desaparecido.
Freud nos aporta mucho en su obra Psicopatología de la vida cotidiana. Expresando que cada olvido por minúsculo que sea, responde a condiciones muy propias y específicas, por ejemplo, si nos cuesta mucho recordar el nombre de alguien, e incluso se lo cambiamos, es posible que tengamos algún sentimiento hostil o de desagrado ante tal persona.
Junto a los sencillos olvidos de nombres propios aparecen otros motivados por represión (Freud, S. Psicopatología de la Vida Cotidiana)
Memoria y Olvido
Muchas ocasiones solo respondemos al hecho de no desear hacer algo, quizá usted lo denomine comúnmente como “hacerse el tonto”.
Se puede pensar de la siguiente manera: cuando le negamos el acceso a ciertos deseos; o pulsiones, a nuestra memoria consciente vemos en nosotros lo que denominamos comúnmente como “olvido”.
Las representaciones verbales, que son las más comunes, se pierden, tienen en nuestro inconsciente una especie de privación.
Quizá demos mucho por hecho, pero, es muy posible que aquella persona que constantemente olvida cosas cotidianas; de su vida personal y de la vida de los otros, este desposeída de interés por su propia persona y por ello de los demás.
El olvido esta en estrecha asociación con la salud mental del sujeto y se asocia con el contenido inconsciente de aquel que olvida, pero, ¿Qué desea olvidar realmente? ¿Se ha preguntado por su salud mental?