Regresa a México, luego de su estreno anterior en 1991 en el Palacio de Bellas Artes, ‘La Hija de Rappaccini’ (basada en la obra de teatro de Octavio Paz), ópera de dos actos de Daniel Catán, adaptada por Juan Tovar (1941) e historia original de Nathaniel Hawthorne. Para su realización, la Universidad Nacional Autónoma de México en colaboración con la Universidad de Arizona, traen la producción original de esta ópera, bajo la dirección escénica de Cynthia Stokes y la dirección musical de Michael Dauphinais.
Cynthia Stokes es directora artística de la Ópera de la Ciudad de San Diego, actualmente dirige el Programa de la Ópera de la Universidad de Arizona. A su vez, Michael Dauphinais dirige el conjunto de jóvenes artistas en la Ópera de San Diego, ha colaborado con varias compañías de ópera en los Estados Unidos, entre ellas Tulsa Opera, Baltimore Concert Opera, Sarasota Opera, Kentucky Opera, Arizona Opera, Opera Southwest, Opera in the Ozarks y New Jersey Opera Theater.
¿De qué trata?
Beatriz, hija del Doctor Rappaccini, solo conoce el jardín fabricado con flores venenosas por su padre. Giovanni es un estudiante que se enamora ciegamente de ella sin saber del veneno que hay en su jardín; sus flores son vida que da muerte. El Doctor Baglioni intenta salvarlo de envenenarse por amor, pero Rappaccini lo logra engañar junto con Isabela, trayendo un trágico final para el joven amor entre Beatriz y Giovianni.
Lugar: En la Sala Miguel Covarrubias dentro del Centro Cultural Universitario.
Fecha: 24 de mayo, 20 hrs. y 25 de mayo, 19 hrs.
En su tercera edición el Festival El Aleph hace posible el encuentro de dos conceptos: Arte y Ciencia, los cuales podemos ver en La hija de Rappaccini, una ópera interpretando la biología de lo venenoso. Esta pieza se encuentra bajo el eje temático de «Complejidad y mundo interno del sujeto», pero dentro del festival se manejan otros como
- Ecología y cambio climático
- Redes, coherencia social y urbanismo
- Redes biológicas y algoritmos de la naturaleza
- Neurociencias
Además que conmemora varios acontecimientos como el Año Internacional de la Tabla Periódica de los Elementos Químicos, 50 años de la llegada del hombre a la luna, 70 años de la primera edición de El Aleph de Jorge Luis Borges, 500 años aniversario luctuoso de Leonardo da Vinci y 90 años de la Autonomía Universitaria.
Las actividades comenzaron el 22 de mayo y finalizarán el domingo 26 de mayo del 2019.
Este intercambio de saberes entre ambas universidades de países vecinos, confiere el trabajo de artistas mexicanos con estadounidenses. Como dice el lema del festival, El todo es más que las partes, el todo de la puesta en escena es más que las partes que lo componen, todo el trabajo de una inmensa cantidad de personas involucradas en su realización. Tanto vestuaristas, maquillistas, técnicos, músicos, directores, coreógrafa, bailarines, cantantes, iluminadores, productores, escenógrafos, todos estuvieron a disposición para que la puesta en escena se llevara a cabo de la mejor manera, para llevarle lo mejor de esta ópera al público: voces dulces y poderosas, personajes que interfieren en esta trágica historia de amor entre dos jóvenes, música que encanta y en momentos da matices siniestros.
Es interesante que, aunque tiene lugar en la Italia renacentista, esta ópera está escrita e interpretada vocalmente no en italiano, sino en español, lo cual convierte a la obra en algo especial al escuchar nuestro rico idioma. El escritor, el compositor y el autor de la obra de teatro en la que se basa La Hija de Rappaccini son mexicanos. Así que puedes venir a ver esta obra con la seguridad de saber lo que dicen en el momento, además de disfrutar nuestro hermoso idioma cantado por grandes voces. También podrás observar que tanto la escenografía como los vestuarios están hechos con materiales reutilizados.
Jéssika Arévalo, mexicana soprano que interpreta a Beatriz Rappaccini nos contó que su papel es dulce, pero se arriesga, transformándose en una mujer movida por la fuerza del amor. Beatriz es un experimento de Rappaccini, pues éste desea hacer una especie que no muera nunca, un Dios, conectando dos mundos, humanos con plantas, y así crear una especie diferente que nunca va a morir. Su voz es poderosa durante la obra y nos confiesa que lo mejor de la ópera para ella es la música, «le quiso dar esa dulzura de una flor, las melodías más sutiles», comentó.
Esta pieza cuenta con la colaboración de bailarinas de danza contemporánea que interpretan a flores venenosas. El movimiento de las flores “le da un toque fantástico a la historia, si no hubiera este jardín con este aspecto venenoso no diera la misma sensación, le da vida a los experimentos de Rappaccini, la medicina como magia, y eso es lo que da la danza que hacemos”, comenta Marisol Xochihua, bailarina de la Compañía Juvenil de Danza de la Universidad Nacional Autónoma de México.
¿Te ánimas a ver esta ópera?
Disfrútala este fin de semana en el Festival de Arte y Ciencia El Aleph. Checa toda la programación aquí.