Crea Cuervos

Julian Baumgartner: el restaurador de arte que no restaura

Como buen millennial, soy asiduo visitante de todas las redes sociales y, seguramente, he pasado más tiempo viendo videos en YouTube que dormido. Por eso, me he dado cuenta que de unos años para acá, se han puesto de moda los ‘videos satisfactorios», esos donde gente juega con slime, donde una prensa hidráulica aplasta cualquier cosa, o donde un cuchillo incandescente corta todo lo que está en su camino.

Dentro de todo el universo de satisfacción audiovisual, se encuentra una etiqueta bastante peculiar: la restauración de obras de arte, y sobre todo un sujeto en específico, Julian Baumgartner, quien ‘restaura’ obras en un abrir y cerrar de ojos, como si reparara muebles con sopas instantáneas.

julian-baumgartner-restauracion-arte-crea-cuervos

La fascinación de lo indeseado

La viralización hizo que su trabajo llegara a mucha gente, la cual (como yo), se fascinó con su actuar, con sus herramientas, con sus movimientos, con su supuesta meticulosidad, su manera de grabar y editar videos; todo congeniaba para pasar horas y horas viendo las labores. Sin embargo, el león no es como lo pintan.

Yaiza Lascorz, restauradora y conservadora de arte y objetos culturales, encontró una nota que El País publicó sobre el trabajo de Julian Baumgartner, después vio un video de él en su canal de YouTube, y luego creó un hilo de Twitter donde comenzó a desenmascarar las malas prácticas de restauración que ha venido haciendo Baumgartner en su estudio, ‘Baumagartner Fine Arts Restauration’, desde el año 2000.

 

¿Qué hace y qué no?

Uno de los objetivos del restaurador es procurar realizar una intervención mínima, con los gestos exactos, para así detener o reducir el deterioro de la obra de arte. Esto implica mantener lo más posible el original y no modificar casi por completo lo que el artista original hizo. Cosa que Julian Baumgartner omite.

De la oscuridad al brillo

Este paso importantísimo, y que el restaurador estadounidense no sigue, es muy claro cuando comienza la limpieza de la obra, cuando, satisfactoriamente, quita lo ennegrecido del barniz antiguo y le devuelve ese brillo original.

“… aunque la eliminación de un barniz es muy satisfactoria de ver, es una operación delicadísima: se ejecuta con disolventes y podrían pasarnos varias cosas, como que los disolventes sean muy fuertes o que lo que hay debajo del barniz sea muy sensible a dicho disolvente.”, mencionó Lascorz.

En sus videos, Baumgartner sólo toma un líquido que tenía al lado de la mesa, prepara unos cotonetes, los embebe en el brebaje mágico y comienza a limpiar, cual mesa de restaurante de antojitos mexicanos, el lienzo. Ahora ya no hay oscuridad del pasado, sino brillo del presente.

De la mínima intervención

Ahora, cuando está a punto de terminar, después de cambiar molduras, colocar el lienzo en otro soporte, darle “vida”, Baumgartner tiende a colocar detalles. Ahí donde ya no había pintura, él coloca. Según Lascorz

“Los restauradores no somos artistas y nunca tenemos que competir con el artista original. Nunca pensaremos en «mejorar» el original porque pensemos que está mejor así sino que trataremos que lo que queda de original destaque más sin crear falsos históricos”.

Ella resalta que Julian Baumgartner utiliza el rigattino, una técnica que reconstruye la imagen con líneas verticales. De esta manera, no modifica la pintura original, sólo camufla la restauración. Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas, ya que, debido a la velocidad por mostrar la obra finalizada, hace trazos bastante grandes y con mucha pintura.

Es claro que esto no dejará de ser satisfactorio para algunos, pero sí es pertinente conocer, en realidad, qué es lo que se hace del otro lado de la pantalla. Sólo el tiempo dirá si lo que hace Julian Baumgartner es correcto o no, mientras tanto, hay que saber cómo se realizan restauraciones con tiempo y sin una cámara que apure los procesos para ser subidos a YouTube.
Salir de la versión móvil