‘El niño y el mundo’ (‘O menino e o mundo’ 2013) es una película que, sin duda, llega a cautivar tanto a grandes como pequeños. No sólo por su apartado visual y hermosa animación, sino también porque nos brinda y envuelve en un contexto lleno de desigualdad social con al menos un aire de “fe”.
Y es que, a través de los años, nos hemos dado a la tarea de tratar de entender cómo se desarrolla la sociedad a través de diferentes estudios: antropológicos, sociológicos, económicos, etc. Sin embargo, siempre nos será difícil entender al cien por ciento como es que cada persona, independientemente de su sociedad, ve el mundo y todo lo que conlleva. La humanidad ha dejado de ser cálida; el propio ser humano ha superado los límites de su avaricia. Lo anterior, lo apreciamos gracias a Cuca, un chico de bajos recursos que va en búsqueda de su padre, emprendiendo así una aventura sumamente colorida y visualmente atractiva, pero también llena de mensajes que no necesitan una voz o palabras al por mayor.
Alê Abreu nos abre las puertas a una reflexión que se siente y se sentirá siempre vigente: ¿qué sacrificios se toman por dar lugar a las nuevas tecnologías, al capitalismo y la propia globalización? Creamos “nuevas formas de mejorar el mundo”. Sin embargo ¿a qué costo? Pues, si tenemos en cuenta que nuestro protagonista tiene su origen en Brasil, país subdesarrollado, desde allí encontramos una crítica social que se aleja de un poco de ese tono tan colorido, pero a la vez tan subliminal, que evidencia un sistema sólido y automatizado lleno de pobreza extrema.
El niño y el mundo denota de manera sutil todo lo anterior, siendo cosa de todos los días dentro de los muchos (y si no es que todos) países subdesarrollados y dentro de los cuales México es sin duda uno de ellos. Formamos parte de un sistema tan superficial, lleno de oficinistas que buscan pagar sus deudas de toda la vida. Pero ¿Qué hay a su alrededor? Un sinfín de personas que no puedes hacerse ni si quiera con un trozo de pan para sobrevivir. Un cacho de humanidad que siempre será desatendida pues el resto de podría sacarlos de allí esta más interesado en encubrir su propia capa de superficialidad. Todo esto simplemente para aparentar ser un sistema falto de errores.
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La película logra de manera sublime que su mensaje, el cual es fuertemente filosófico y hasta abstracto, pero a la vez cautivador, llegue a los ojos del espectador, pero a la vez que este mensaje pueda reflexionarse, de una forma u otra. Y es que basta con sólo ver que la propia animación, tan colorida y espectacular, denota de manera metafórica, que hasta lo más cutre y crudo de este mundo seguirá siendo tan colorido para un pequeño infante.