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El legado del apartheid a 25 años, ¿realmente acabó la desigualdad racial y social?

África es mitificada en exceso. Se le recuerda como un continente exótico, donde las jirafas, elefantes y leones habitan en compañía de las personas que son negras y que viven en la más profunda de las miserias. Más allá de ser un ente monolítico en donde todos los países que lo integran son idénticos a los otros, lo que realmente resalta del mosaico de los Estados nación es la diversidad: cada país, conformado por más de un grupo étnico y con una historia, diferente merece ser estudiado con atención, poniendo énfasis en su especifidad.

En este tenor, en el continente se están celebrando varias victorias interesantes. La República de Sudáfrica es un caso en el que vale la pena que nos detengamos. A pesar de que su ciudad más poblada es Johannesburgo, esta no tiene el estatus de capital como Pretoría (donde se asienta el poder ejecutivo), Bloemfontein (sede del poder judicial) y Ciudad del Cabo (poder legislativo).

La también llamada nación arcoíris —por su diversidad— reconoce doce idiomas como oficiales. Además, la diversidad étnica es importante: si bien casi el 80% de la población es negra, también se encuentran en el territorio varios grupos asiáticos y mestizos. Sin embargo, y en contra de lo que se proyecta en la actualidad, hace no mucho tiempo Sudáfrica era el país donde se discriminaba por color de piel: se establecieron leyes que garantizaban el predominio de la población blanca (siempre una minoría) sobre los demás.

A 25 años del fin del apartheid ¿se ha logrado eliminar la discriminación racial? ¿Qué legado dejó este episodio en la historia de Sudáfrica? Es momento de revisar la situación de Sudáfrica en la materia para ver si el sueño de Mandela ha sido alcanzado o este luchador social seguiría buscando reconocimiento de derechos para sus nacionales.


El apartheid (1948-1994)

Antes de entrar en la materia, es necesario recordar algunos aspectos del apartheid -del afrikáans, que literalmente significa separación- para que se pueda entender de forma más sencilla el legado. Sudáfrica fue colonizada primero por Países Bajos y posteriormente por Reino Unido. En este tenor, en aras de favorecer las ambiciones de los colonizadores fue necesario implantar un sistema que mantuviera los privilegios de este sector, pues en caso de que la mayoría de la población se revelará (negra, por supuesto), estos profetas del desarrollo y la civilización serían fácilmente depuestos.

Así, a partir de 1922 se instauraron leyes por parte de los afrikáans -primero los colonizadores de Países Bajos y posteriormente su descendencia nacida en Sudáfrica- con el fin de dividir a los diferentes grupos étnicos en aras de alcanzar el desarrollo. Las medidas se aplicaron para la población mestiza y asiática también, pero en esta columna se pondrá atención únicamente en las personas negras, por ser la mayoría.

Fuente: dothereggae.com

Si bien se toma como punto de partida 1948, pues es el año en que comienza a legislarse en aras de fomentar la división, la discriminación estuvo presente desde la instauración de la colonia. Así, cualquier contacto entre la población blanca y negra estaba prohibida y a partir de 1953 se crearon zonas segregadas (escuelas, hospitales, playas y posteriormente hasta entradas) que favorecieron al sistema.

Mientras los afrikáans se hacían con el control de la tierra, el capital y los medios de producción, la población negra fue obligada a incluso llegar a portar una especie de tarjeta de identidad que tenía que presentar a las autoridades en caso de que tuviera que salir de sus áreas establecidas. Se considera que en 1994, año en que la población negra vota libremente a Nelson Mandela, el fin de este sistema, aunque había comenzado a desmantelarse desde 1992.

Fuente: sapromo.com

25 años después, ¿qué quedó del apartheid?

Si bien 25 años parecen suficientes para poder erradicar estructuras de control y dominación en materia de desigualdad, la realidad es que no es así. En primer lugar, se revisará la postura de los afrikáans, quienes ahora se quejan de ser quienes sufren discriminación y segregación. Las estadísticas señalan que la población blanca en Sudáfrica es de apenas el 8%, y si bien esta minoría logró mantener el control del país por más de 40 años, la situación en fechas recientes es distinta.

En 2013, este grupo organizó el ‘Octubre Rojo’, para denunciar el «genocidio» del que la población blanca es supuestamente víctima. Para ellos, el país esta irreconocible: lejos están los tiempos en donde se homenajeaba la figura de Louis Botha -primer afrikáan que ocupó el cargo de primer ministro de Sudáfrica- para dar paso a la imagen de Nelson Mandela. Y no sólo acusan al gobierno de discriminarlos, sino que señalan que hay violaciones y asesinatos en contra de ellos.

Fuente: elpais.com

De hecho, uno de los nietos de Nelson Mandela, Mbuso Mandela, fue acusado de violación por una joven de 15 años en 2015. Si bien levanto bastante polémica el caso, especialmente porque es considerado como violación el mantener relaciones sexuales con menores de 16 años sea consensuado o no, el asunto se mantuvo en la más absoluta opacidad y no se encuentran fuentes donde se conozca el resultado de esta disputa legal, aunque Mbsuo pisó la cárcel durante el proceso. Para muchos, una mancha muy grande en el legado de Mandela, aunque sea por asociación.

Regresando al punto del «racismo inverso», si bien es cierto que durante el 2010 comenzaron a presentarse asesinatos de personas blancas, estas son esporádicas y responden más bien a condiciones de violencia estructural que afectan a toda la población. Sin embargo, sí es necesario señalar que existen leyes que buscan incorporar al sector negro a la economía sudafricana. Por ejemplo, se aprobó en 2003 la Ley de Promoción Económica de los Negros (conocida popularmente como BEE: Black Economic Empowerment) que juntó con la Ley de Igualdad de Empleo de 1998 forman parte de la estrategia Crecimiento, Redistribución y Empleo (GEAR por sus siglas en inglés) de 1996. Todas estas leyes, programas y medidas buscan subsanar la miseria a la que se condenó al grueso de la población en Sudáfrica durante el apartheid.

Fuente: prensa-latina.com

No obstante, lejos de que estas medidas beneficiarán a la población y mejorarán las condiciones de vida, son vistas por la comunidad blanca como discriminatorias y por los estudiosos del tema como divisoras para la comunidad negra. Quienes se encuentran en los estratos sociales más bajos no saben, por ejemplo, que existen cuotas que las empresas deben cumplir en cuestión de contratación de gente negra, por lo que no aplican para los puestos de trabajo, amén de que en la mayoría de los casos no cuentan con la capacitación suficiente pues durante el apartheid la educación era un privilegio.

Por eso, legalmente el apartheid se desmanteló en el papel -legalmente dejó de existir-, social y económicamente permanecen sus efectos. En materia social, más de un estudioso de Sudáfrica ha escrito que las personas que sufrieron la época de segregación racial no se juntan con los otrora explotadores. Eso a pesar de que ya no existen lugares ni entradas separadas para gente de ascendencia europea y los originarios del territorio y que ahora todos los grupos raciales conviven en la escuela, trabajo, etcétera.

Fuente: lavanguardia.com

Es verdad que las generaciones jóvenes son más proclives a juntarse con todas las personas, pero esto no siempre resulta sencillo. Lo anterior por una aterradora verdad: la segregación urbana continúa. Cuando Nelson Mandela ganó las elecciones consideró que era imposible esperar mucho tiempo para que se construyeran viviendas para las personas que habían sido marginadas e invisibilizadas por el sistema. Así, el gobierno dejó parte de las tierras y capital en manos de la élite, que no es sorpresa, era/es blanca. Entonces, la transición pacífica tuvo que ceder la liberación económica por la liberación política.

En este tenor, el gobierno para solucionar el problema de inexistencia de viviendas compró más tierras en donde se ubicaban los townships -guetos de población negra- favoreciendo así que persista la antigua división: la gente sigue viviendo en lo que los sociólogos y expertos en el espacio urbano han denominado cinturones/círculos de miseria. Eso sin olvidar que las tierras donde están las nuevas construcciones son del gobierno, no de la ciudadanía: estos sudafricanos poseen prácticamente nada.

Fuente: elperiodico.com

Y es que las voces críticas señalan que lo único que se ha logrado con estas medidas es que ahora existan pobres no sólo negros, sino de los demás grupos étnicos. Como muestra basta un botón: desde 1994 Sudáfrica ha caído en más de una ocasión en el Índice de Desarrollo Humano y de acuerdo con el Índice de Gini la desigualdad ha aumentado: de 59 en 1991 pasó a 63.1 en 2012.

Eso no es todo. La clase media tuvo crecimiento, la estructura de desigualdad emanada del apartheid sigue operando. Anna Orthofer en ‘Wealth inequality in South Africa: Evidence from survey and tax data’ señala que más del 90% de la riqueza sudafricana se concentra en el 10% de la población. De esa pequeña élite poblacional, se estima que el 8% es gente blanca.

Ahora, retomando el trabajo de Peter S. Goodman ‘Lo que queda del apartheid en Sudáfrica’ esta situación «es producto tanto el colonialismo como del precio negociado para terminar con el apartheid sin una guerra civil. Para lograr que el Partido Nacional consintiera las elecciones, el Congreso Nacional Africano renunció a que se transfirieran a los negros tierras en control de los blancos».

Fuente: emol.com

Ampliando aún más lo anterior, es necesario reconocer que 25 años no han sido suficientes para reparar los estragos originados por el apartheid. Eso, sumado a los acuerdos que tuvo que firmar la clase política han ocasionado que no sólo se sigan reproduciendo viejos patrones, sino que factores de riesgo se agraven. Por ejemplo, el contagio en el país por VIH es extremadamente alto como bien señala N. Chalumbira en ‘Sudáfrica apuesta por el anonimato para combatir el sida’, a pesar de que el precio de las terapias triples, así como el de las pruebas generalizadas ha disminuido drásticamente, existen más de 7 millones de afectados, 18.9% del total de la población adulta. No es de extrañar que otro de los nietos de Mandela, Ndaba Mandela, en compañía del príncipe Harry (de Reino Unido) y Elton John, están realizando una campaña de concientización para empoderar a los jóvenes sobre esta enfermedad.

La lucha en Sudáfrica sigue. Ahora la población escoge a sus representantes y tiene oportunidades. Se tienen que mejorar situaciones, especialmente la cuestión económica y sanitaria, pero más de 40 años de segregación dejaron estragos y desigualdad en el país, el cual tiene que busca desarticular los mecanismos de discriminación aún existente. Ya lo había señalado el mismo Mandela «Pasarán muchos años para superar los efectos de estas leyes racistas» y Ndaba Mandea reafirma el mensaje «Tenemos que ganar todas las batallas, demostrar nuestra determinación para conseguir la igualdad». Mientras tanto, los sudafricanos seguirán buscando alcanzar la igualdad con la que soñaba Nelson Mandela, esperemos que antes del 50° aniversario de la abolición del sistema racista lo logren.

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