La película de Vincenzo Natali de 1997 se centra en el comportamiento de unos individuos que les toca estar encerrados, aparecen inexplicablemente en una habitación, aquí ya vemos lo arbitrario del asunto: estar en una situación que nunca imaginaron y tener que lidiar con la realidad que se les impuso.
Uno no esperaría que pasaran tantas cosas en un lugar tan encerrado, posiblemente por eso el director apostó por una configuración azarosa en el sufrimiento de los individuos, es decir, conforme se dan cuenta de su situación, el grupo de personas van cayendo en diversas trampas mortales.
Lo absurdo y lo humano.
¿El objetivo? La verdad, todo se ve tan absurdo, como diría Sartre, haber nacido fue absurdo, cuanto más la muerte.
Los diálogos son muy interesantes, hay un hombre que tiene no se puede hacer cargo de él mismo y, una mujer que se preocupa por él, lo protege de las imprecaciones de otro individuo de color quien en su mentalidad, solamente los más fuertes deben sobrevivir.
La mujer no está de acuerdo, dice algo más o menos así: nos podrán haber encerrado pero no nos quitaran nuestra humanidad. La mujer ahí, ha manifestado su libertad frente a un pensamiento rapaz. Fue firme, fue libre.
He ahí el valor de lo humano, ejercer su voluntad pese a la situación. ¿Si no somos libres de elegir, entonces, qué dignidad tiene nuestra existencia?
¿Qué clase de personas somos cuando todo se ha perdido, cuando lo único que nos queda es decidir cómo seguimos adelante?
Aquí podemos ver el contraste de los individuos ejerciendo sus propias maneras de ser. Y eso es lo curioso aquí, ver esas relaciones sin mascaras, porque lo que importa de todo esto es salir vivos.
Se puede ir visualizando la sistemática eliminación de los individuos, ya sea por trampas, ya sea por ellos mismos, el Cubo es un escenario en donde lo que se ha manifestado es la maldad del ser hombre.
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Situaciones al límite
No se necesita un cerebro ordenador para crear estas aberraciones, la apelación del director está puesta en mostrar cómo es que estas cosas brotan por sí solas. Encerrados, aislados, conviviendo unos pocos días, con una amenaza constante de morir… deja poco espacio a la moral. ¿No es esto lo que vivimos? El brote esporádico de una pandemia nos ha obligado a aislarnos.
Sin lugar a dudas recuerda a Foucault, pero también está Sartre, en especial su obra “Muertos sin Sepultura”, básicamente es la misma situación, tanto en el libro como en la película, los personajes saben que las oportunidades de quedar vivos son muy pocas.
Lo que importa aquí es ¿demostrar los límites de lo humano? ¿Es el mal una cuestión necesaria para la libertad del hombre? El valor de los personajes radica en que tienen que decidir, ya sea si entrar o no a una habitación, ya sea abandonar a un colega.
Vigilados, sistemáticamente eliminándose, el peor enemigo son ellos mismos, el hombre está en las manos del hombre, la libertad de uno siempre está en fricción con la de otros.
¿Qué tipo de hombres somos cuando estamos en situaciones límites? Es lo fascinante de estas películas, aparte de proyectarse como ciencia ficción, nos hace cuestionar nuestra condición humana.
No esperen una trama regular de consumo comercial, hay que enfocarnos en qué es lo que dicen, en cómo actúan, centrarnos en que básicamente, sí, reflejan un aspecto deplorable, y no, no hay salvación o al menos, eso parece.
¿Si el ser humano no es capaz de arreglárselas él mismo, cómo puede hacerse dueño de sí? Lamentablemente, en la película, no hay margen para la alternativa, todo está encerrado, ellos ya estaban condenados arbitrariamente.