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¿El Covid-19 ha matado al cine como lo conocemos?

El Covid-19 nos ha obligado a convivir más de cerca con esta nueva versión del Kinetoscopio, la opinión generalizada es que el cine desaparecerá y que las plataformas sustituirán la experiencia cinematográfica.

El 28 de diciembre de 1895 a las 16:30 hrs en el sótano del Grand Café de París un puñado de personas se congregaron para presenciar un hecho histórico, el nacimiento de un nuevo arte: el cine. En esa primera función se proyectaron películas que ahora consideramos Historia. ‘La salida de las obreras de la fábrica‘, ‘El regador regado‘, y una docena más. Sin duda alguna la que mejor describiría el futuro del cine fue ‘La llegada del tren a la estación‘. Los espectadores al ver al tren acercarse peligrosamente a la pantalla salieron despavoridos por miedo a que este los arrollara. Fue la primera vez que una imagen en movimiento había causado una emoción comunal. Los espectadores de esa función sintieron un miedo que solo se puede vivir acompañado. Ese fue el momento preciso del nacimiento del cine.

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Y es que la imagen en movimiento ya había nacido muchos años atrás, 5000 para ser exactos. En Irán se encontraron unas vasijas con dibujos y orificios que recuerdan sospechosamente al funcionamiento del Zootropo. Muchos años después la compañía de Edison inventaría una versión perfeccionada, el Kinetoscopio: un aparato gigante en el que solo una persona a la vez podía ver las imágenes que salían de un visor al ponerle una moneda. Un simple entretenimiento de feria que dicho sea de paso es muy similar a la experiencia de ver una película en el celular.

El Kinetoscopio tenía una falla aberrante que ni Edison pudo ver: mostraba solo la novedad de las imágenes en movimiento, pero le faltaba emoción, pasión, sorpresa y lo más importante: comunión. Los hermanos Lumiere lo notaron de inmediato y crearon su propia versión. A diferencia del Kinetoscopio el Cinematógrafo estaba diseñado para experimentarlo en compañía. Muy pronto entendieron el poder del cinematógrafo. Un invento rarísimo, parecido a los sueños y a la magia, uno que se adentra en las pasiones más escondidas de quien lo presencia y que cuando se utiliza bien logra amplificar, direccionar y construir sentimientos, emociones y afectos. Todo en dos horas o menos. Como es costumbre en los seres humanos muy pronto entendieron que el cine se podía utilizar como arma y ahí nació la publicidad (pero este es un tema para otra columna).

La popularidad del Cinematógrafo se esparció casi tan rápido como el Covid-19 y para agosto de 1896 ya había llegado a México. El destino del Kinetoscopio fue desafortunado: Edison lo enterró en su cementerio de fracasos e inventó el Vitascopio, un aparato sospechosamente similar al Cinematógrafo que se creó con base en persecución y litigios, y culminó con la creación de Hollywood, la tierra prometida y alejada de las garras (y de las demandas) de Edison.

Ahora todos llevamos en nuestros bolsillos una versión moderna del Kinetoscopio. Un aparato que nos permite ver imágenes e historias en movimiento y en total soledad. Tal vez Edisoson solo estaba adelantado a su época. Pero lo cierto es que las fallas que tenía el Kinetoscopio hace más de 100 años, las sigue teniendo esta versión moderna. No hay nada más aburrido que ver una película en el celular. Las imágenes que tanto tiempo se tardan el director y el fotógrafo en crear se ven limitadas a un aparato del tamaño de la palma de una mano y en el mejor de los casos en el tamaño de una televisión.

El Covid-19 nos ha obligado a convivir más de cerca con esta nueva versión del Kinetoscopio, la opinión generalizada es que el cine desaparecerá y que las plataformas sustituirán la experiencia cinematográfica. Nada más lejos de la realidad. La experiencia cinematográfica apela a los mecanismos más primitivos de los seres humanos, a la concreción de la manada, al sentarse todos alrededor de una fogata a escuchar historias. Mientras los humanos sigan siendo humanos, tendrán la necesidad de experimentar narrativas que se vivan en comunidad. Tal vez nos tengamos que adaptar e ir al cine protegidos de pies a cabeza pero el cine y la experiencia cinematográfica estarán ahí para nosotros. ¡Larga vida al cine!

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