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El cine en las manos de algunos dictadores en la historia

De Porfiria Díaz, Adolf Hitler o el Zar Nicolás II, la aparición del cine deslumbro a todos sin excepción, algunos, usaron este increíble invento para beneficios propios.

No es casualidad que el cine haya nacido entre una corretiza de un tren y un acto de magia. Desde sus primeros pasos parecía que la fortuna le auguraba un futuro dispar que bailaba entre lo sublime y lo temible. No tardaría demasiado para que los gobernantes entendieran la importancia de un medio capaz de conmover, emocionar, enfadar, perturbar, enternecer y asombrar a todo aquel que lo presenciara.

Los hermanos Lumiere tan pronto lo entendieron comenzaron una campaña frenética para venderlo. Su estrategia fue simple y eficaz: enviaron a todo el mundo a jóvenes franceses y españoles con un cinematógrafo a cuestas, muchos metros de película y una caja de químicos. Su función era simple: mostrar el cinematógrafo al mundo entero. El problema terminarían siendo los habitantes de ese mundo.

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El invento cobró una popularidad inaudita y muy pronto en todo el planeta ya había salas de cine que mostraban “vistas”, imágenes que retrataban la cotidianidad. Los gobiernos recibieron este nuevo artefacto con una mezcla de emoción y recelo. Porfirio Díaz, aficionado a la tecnología, al culto a su personalidad y a lo francés, al saber de los enviados Lumiere pidió para él y para sus amigos un par de proyecciones privadas que se llevaron a cabo en la droguería plateros, en la calle que ahora es madero. Después ahí mismo realizarían la primera proyección pública en la historia de México en donde todos los asistentes quedaron maravillados.

Tan pronto que Don Porfirio entendió el poder del nuevo medio decidió utilizarlo. Él se considera, por ejemplo, el primer actor mexicano en la historia. Se le puede ver galopando triunfante por la alameda central en una de las primeras vistas que filmó Gabriel Veyre en la cuidad.

Después pasó algo curioso: un par de hombres se batieron a duelo, uno de ellos murió y el otro resultó triunfante. Lo interesante es que a pesar de que no había cámaras en el lugar tenemos a la fecha un registro visual del hecho. No es necesario invocar a Genaro García Luna para encontrar una explicación al asunto. Lo que sucedió fue el primer montaje de la historia de México. Claro que sin las negras intenciones de los montajes actuales.

En Rusia el cinematógrafo también causó asombro y miedo desde el inicio. Los enviados de los hermanos Lumiere se encontraron con un hecho histórico a su llegada a Moscú, la coronación del Zar Nicolás II: el último Zar de Rusia. Sin perder un sólo segundo pusieron manos a la obra y comenzaron a filmar el evento. Todo el pueblo había sido invitado a la coronación, pero no era un pueblo alegre, era un pueblo hambriento al que se le habían prometido regalos y comida para celebrar al nuevo Zar. Más de medio millón de personas acudieron a los prados de Jodynka en donde miles encontraron la muerte en zanjas y estampidas. El hecho entero quedó registrado por las cámaras de los enviados Lumiere a quienes poco después el gobierno les recogió los materiales. Había nacido la censura.

El viaje del cinematógrafo por los regímenes autoritarios no terminaría ahí. De hecho este fue solo el comienzo de una larga historia que perdura hasta hoy. Uno de los ejemplos más impresionantes de su capacidad lo daría Alemania en 1934. Hitler acababa de llegar al poder en medio de una turbulencia política que parecía no tener fin y sin legitimidad. Le precedían 4 cancilleres en 4 años y estaba desesperado por evitar el destino de sus antecesores. Sabía que podía hacer algo: mostrarse al público de la forma en la que él quería que lo vieran. Para lograrlo utilizó una maquinaria propagandística impresionante de la cual la joya de la corona fue y sigue siendo “El triunfo de la voluntad”.

Leni Riefenstahl fue la directora de esta obra, y utilizó todos los recursos cinematográficos, técnicos y humanos para lograr una de las más impresionantes y atemorizantes obras de propaganda de la historia. En ella se retrata a Hitler como un mesías alabado por el pueblo. Al pueblo alemán como un pueblo que renacía de las cenizas para continuar en pie de lucha. Las consecuencias de la película, como lo sabemos fueron devastadoras.

El cine es un medio que secuestra nuestros sentidos y emociones por un par de horas, los mecanismos que utiliza son los mismos que nos dan nuestra humanidad y nos ayudan a relacionarnos con los otros. Para entender por qué nuestra sociedad vive lo que vive con respecto a los medios de comunicación es fundamental comprender el origen del engaño. Al fin y al cabo, y a pesar de toda nuestra tecnología, no somos tan diferentes de nuestros antepasados. Las estrategias fundamentales de manipulación mediática se siguen aplicando, sólo que ahora son mucho más sofisticadas.