‘Carlito’s Way‘ fue dirigida por Brian de Palma, cuenta con las actuaciones de Al Pacino (Carlito Brigante), Penelope Ann Miller (Gail) y Sean Penn (David Kleinfeld). La vida de violencia, drogas y armas ya tiene asqueado a Carlito, ha decidido dejar todo eso en el pasado, pero no es tan fácil. El protagonista nos muestra un constante diálogo entre su deseo de libertad y inamovible de la situación.
El pasado de Carlitos Brigante, una cosa viscosa.
Acompañado por sus memorias y deseo de renovarse, Carlito Brigante se encuentra de nuevo, después de salir en libertad por diversos crímenes, sobre el asfalto; esa cara maciza de la realidad que lo golpearía como un bate de baseball en la cara. Las cosas han cambiado, la gente que había conocido ha mudado de piel, hasta el tipo de drogas que se comercializaba ha sido sustituida. Sin embargo, el prefiere conservar sus códigos, esas tablas que sirven como balsa cuando navega entre traidores.
Carga consigo la premisa de sentirse ajeno a todo ese mundo, su anhelo lo arroja a tratar con sus viejos contactos. ¿Para qué? para conseguir dinero, ahí ha comenzado la trampa, esa arena movediza de la cual ya no saldría, el pasado lo terminaría por engullir.
Se hace cargo de un centro nocturno, lo ajusta con mano dura, como sabía hacer las cosas; duro, firme sin dudar y sabiendo cómo afianzarse el poder en las calles. Pero hay un detalle, él ya no quiere eso. Cada vez que cuenta sus intenciones de retirarse, no faltan las risas. ¿tú? ¿un tipo que ha matado y traficado drogas? Su voz es golpeada contra el concreto de la realidad, la trampa de arena lo va tragando.
Lo cierto es, que pese a sus intenciones de salirse, ha preferido aferrarse a sus códigos: «si no tienes los ángulos bien concretos, chico, estás jodido». Algo así se dice. Necesita una referencia validada por él mismo pero también algo más; su amada Gail. Esa bailarina hermosa, de sonrisa rozagante. No la ha podido olvidar, es lo único que no ha cambiado durante todo este tiempo, su amor por ella.
Sin vuelta atrás
Carlito Brigante ha sabido manejar el negocio, como era de esperarse, ha regresado con Gail, su abogado David le ha mostrado su amistad, al menos, eso parecía. Paso a paso, se da cuenta de que nadie es de fiar. David ha planeado un crimen, hace participar a Carlito en un asesinato, y éste ni estaba enterado de que todo terminaría así de mal.
Lo ha jodido todo, su abogado, quien lo ayudó a salir de la cárcel reduciendo su condena de 30 a 5 años, lo ha jodido todo. Hay una cierta línea que una vez cruzada ya no hay retorno, solamente queda afrontar lo que venga a cómo venga.
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Los mafiosos asesinados eran de la familia italiana, las cosas no van a quedar impunes. Carlito sabe eso claramente, pero David no. El hombre duro de las calles está planeando su escape, ya ha juntado dinero, debe huir antes de que vayan por él.
El cuerpo de policías, después de que unos criminales intentaran matar a David con varias puñaladas, le hacen escuchar una grabación a Carlito. La traición se hace patente. El abogado había aceptado entregar a Carlito con tal de sacar beneficio. Brigante contiene su sorpresa, se mantiene frío, mientras tiene a su lado a Gail.
Después de una serie de persecuciones hacia Carlito por parte de los mafiosos, logra vencerlos a todos, él sólo. Mano a mano, uno a uno. Pero de lo que no se salva es de la última traición de Pachanga, quien había sido su brazo derecho en el manejo del centro nocturno: «Oye no es nada personal, tenía que ver por mi futuro» dice sin remordimiento mientras ve a Carlito tirado en el piso. A él también lo matan ahí mismo.