Qué sería del cine sin las grandes historias románticas, donde los protagonistas motivados por el “poder del amor” son capaces de cruzar ríos, fronteras, luchar contra la adversidad y al final recibir el beso de su amado o amada. Pero ‘Blue Valentine’ (2010) no es precisamente una película romántica, es una historia que va contracorriente a la idea del amor.
Dean (Ryan Gosling) es un joven que en su andar conoce a Cindy (Michelle Williams), una chica sin nada en particular: estudia, tiene una relación y procura a su abuela enferma visitándola en el asilo donde conoce a Dean. La intriga y el deseo se apodera de ellos por lo que Cindy termina su noviazgo para darle una oportunidad a su nuevo pretendiente. Siendo novia de Dean, el enamoramiento florece y se desborda por todas partes hasta llegar al matrimonio y aparentemente una vida feliz.
Sin embargo, esta película no empieza con la vida idílica de la pareja, lo primero que vemos es a un hombre casi calvo, fuera de forma y sin modales discutiendo con su esposa de apariencia cansada, irritable y harta de su matrimonio. Lo que los mantiene juntos es su hija y la ligera esperanza de Dean en recuperar la llama de su amor.
El tiempo como recurso narrativo es importante porque a través de recuerdos, sabemos cómo se conocieron, sus expectativas del amor durante la juventud y construye paralelismos con el presente, donde la pasión y todo lo que les motivaba ha quedado de lado, los rasgos atractivos han desaparecido, el deseo se ha esfumado, la decepción y la falta de ánimo es lo que ahora domina su matrimonio.
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Derek Cianfrance dirigió este drama romántico siguiendo la línea argumental de sus otros filmes como The Place Beyond the Pines (El lugar donde todo termina. 2012) o The Light Between Oceans (La Luz entre los océanos. 2016), en los que deconstruye el concepto de amor para mostrarnos una historia real, con sus matices y contrastes, en las que a veces el cariño y la entrega no son suficientes para permanecer a lado de quien queremos. En su cine, el tiempo es un elemento que da lecciones sobre las malas decisiones, lo que mal empieza, mal termina y en cuestiones del amor, no siempre conduce a lugares que esperamos.
Como en su título alude, Blue Valentine (Triste San Valentín), el color azul proyecta la ambivalencia de Dean y Cindy: de jóvenes el color simboliza optimismo, permanencia y fidelidad, disfrutan en plenitud de su noviazgo y la idea de siempre estar juntos, pero en la adultez, el azul evoca soledad y melancolía, están cansados de su matrimonio, de discutir sin llegar a ninguna solución, de saber que siempre estarán ligados, pero no de la forma que esperaban.
La interpretación de Ryan Gosling se destaca porque se desprende de papeles que hasta entonces había realizado como Noa en The Notebook (2004) o, el más reciente, Sebastian en LaLaLand (2016) siempre como el eterno amante, el personaje ideal de las historias románticas de Hollywood. Aquí, es un tipo que puede llegar a ser mediocre por no esforzase más, pesimista, inseguro y le cuesta entender que de aquel amor juvenil ya nada queda.
La historia de Dean y Cindy nos invita a reflexionar sobre las relaciones, a dudar en la existencia del amor ideal, en la crudeza que puede tornarse la vida en pareja tal y cómo sucedió con ellos. Descubramos pues, qué ocurrió para que ese encanto se perdiera en tan solo siete años.
A solo unos días de San Valentín, vale la pena que veas Blue Valentine para repensar tu postura frente al amor, si estás haciendo lo correcto con tu pareja, si prefieres evitar los desmanes de una relación o en caso de tener problemas, buscar ayuda para tener un mejor noviazgo o matrimonio y evitar la tragedia que estás viendo en pantalla.
Blue Valentine está disponible en Netflix.