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8 personalidades LGBT+ que hicieron eco en la historia

Si bien la sexualidad debería de ser lo menos importante para reconocer la labor de una persona y su impacto en la historia, el mes del Orgullo es la oportunidad perfecta para recordarle a la gente que el colectivo LGBT+ ha estado –y estará– presente en la historia de la humanidad, dejando una huella a través de nombres y personas que con su visión, crearon un impacto que sobrepasó los límites del tiempo y al día de hoy, son estudiados y recordados más allá de los prejuicios o ideas que empañan las creencias que arrastra este colectivo.


1. Sócrates

Maestro y filósofo griego nacido en año 460 a.C. Puede ser considerado como el hombre homosexual más influyente de la historia, quién nos dotó de herramientas para comprender el pensamiento y naturaleza humana gracias a los diálogos dados a conocer por Platón, su pupilo más famoso.

En el año 399 a.C., Sócrates fue sentenciado a muerte acusado de corromper a la juventud y de herejía religiosa. Se le acusaba de mantener relaciones sexuales con sus alumnos, además de perturbar a estos con sus ‘disparatadas ideas’. Por la injusticia detrás de su acusación, Sócrates decidió tomar cicuta, un tipo de veneno, como última enseñanza moral a Atenas.


2. Leonardo Da Vinci

Anatomista, arquitecto, artista, botánico, científico, escultor, filósofo, inventor, poeta y urbanista de la época del Renacimiento.

De acuerdo con Elizabeth Abbott en su libro “Historia del celibato”, afirma que aunque Leonardo Da Vinci era probablemente homosexual, el trauma que le ocasionó ser acusado de sodomía en Florencia en 1476 con un joven modelo de 17 años (cargo del que sería absuelto) a la edad de 24 años, fue que optó por el celibato para el resto de su vida.

El famoso psiquiatra vienés Sigmund Freud, en un artículo publicado en 1910, también especuló que Leonardo tenía una orientación homosexual, aunque era casto. Según Freud, la homosexualidad de Leonardo estaba latente, es decir, no actuaba en sus deseos.


3. Virginia Woolf

Escritora dedicada y feminista declarada, esposa de Leonard Woold. Sin embargo, mantenía una relación abiertamente bisexual con la escritora Vita Sackville-West.

Cuando escribió sobre la aventura y su matrimonio, Woolf dijo en su diario: «La verdad es que una tiene cabida para muchas relaciones«. Se cree que su novela “Orlando” es una carta de amor a su relación con Sackville-West. El hijo de Sackville-West describió la novela como «la carta de amor más larga y encantadora de la literatura«.


4. Oscar Wilde

Poeta, novelista y dramaturgo de origen irlandés considerado además, uno de los escritores más destacados e ingeniosos de la historia. A pesar de haber contraído matrimonio con Constante Lloryd, Wilde vería el pique de su carrera artística y su vida personal al ser demandado por el Marqués de Queensberry, acusándolo de sodomía y grave indecencia por mantener una relación amorosa (y no menos tormentosa) con su hijo, Lord Alfred “Boise” Douglas, por lo que fue condenado a dos años de trabajos forzados en la cárcel de Reading. De ahí nace la inspiración para un conjunto de notas y cartas publicado como “De Profundis”, un texto personal que narra las tragedias detrás de este amor prohibido.


5. Alejandro Magno

Alejandro Magno asumió el trono a los 20 años de edad. Fue un genio militar que en 11 años de guerra jamás perdió una batalla. Discípulo de Aristóteles, expandió la cultura helenística. No dejó ningún heredero a pesar de tener esposas, ya que su amor principal fue Hefestión, uno de sus hiparcos (u oficial de caballería), aunque también sostuvo relaciones con mujeres además de con su eunuco Bagoas.

Alejandro Magno murió a los 33 años de edad, y en sólo dos decenios cambió el curso de la Historia. Su imagen y actitud rompen con el “estereotipo homosexual”, demostrando que la masculinidad nada tiene que ver con la orientación sexual.

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6. Eleanor Roosevelt

La ex primera dama fue una afamada filántropa, quien dirigió el comité que redactó el borrador de la Declaración Universal de los Derechos Humanos para la ONU y promovió el activismo social durante y después de su estancia en la Casa Blanca.

Estando casada con el presidente Franklin D. Roosevelt, se cree que Eleanor Roosevelt tuvo una aventura con la periodista Lorena Hickok. Sus cartas, que suman casi 4.000, son una crónica de un apasionado romance. Una incluye una nota de Roosevelt diciendo: «Fue fantástico escuchar tu voz, era muy inadecuado intentar decirte lo que significaba, Jimmy estaba cerca y no podía decir “je t’aime et je t’adore” (te amo y te adoro), como deseaba hacer, pero siempre recuerdo decirlo e irme a dormir pensando en ti, repitiendo nuestro dicho«.


7. Sor Juana Inés de la Cruz

Religiosa jerónima y escritora novohispana, exponente del Siglo de Oro de la literatura en español. Mucho se ha hablado sobre las preferencias sexuales de la Décima Musa, y una de las muchas teorías es que Sor Juana era lo que hoy llamamos “Sapiosexual”, es decir, una persona que se enamora de la inteligencia de alguien, más que de su cuerpo o de su status, como en el caso de sor Juana y María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga, como podemos ver en uno de los más de 50 poemas que le dedicó:

«Yo adoro a Lisi, pero no pretendo
que Lisi corresponda mi fineza;
pues si juzgo posible su belleza,
a su decoro y mi aprehensión ofendo».

Una mujer que sin duda rompió todos los paradigmas de su sexo en pos de una vida intelectual y también de su propia sexualidad.


8. Alan Turing

Matemático, lógico, científico de la computación, criptógrafo, filósofo y biólogo teórico británico, es considerado uno de los padres de la ciencia de la computación y precursor de la informática moderna, quien lideró con éxito una misión para descifrar mensajes nazis codificados. La brillante carrera de Alan Turing terminaría abruptamente tras ser procesado por homosexualidad en 1952, cuando se le imputaron los cargos de “indecencia grave y perversión sexual”. Convencido de que no tenía de qué disculparse, no se defendió de los cargos y fue condenado.

Falleció en 1954 por envenenamiento con cianuro, aparentemente tras comerse una manzana envenenada que no llegó a ingerir completamente.


La historia nos deja una gran lección con la vida de estos enigmáticos personajes. El Día del Orgullo es justo un recordatorio que no hay nada de lo cual avergonzaros al ser quienes somos –ni para los que forman parte de la Comunidad ni para nadie–; que la preferencia sexual no es una enfermedad, que no se contagia y que no nos hace más o menos que nadie.

Simplemente nos hace ser. Y punto.

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